[vc_row][vc_column][vc_column_text]El genial cineasta llegó a Buenos Aires con su Usina de películas amateurs. Se trata de un set para que la gente haga, en tres horas, su propio film. Mientras lo montaba, habló con TN.com.ar.[/vc_column_text][vc_single_image image=”142817″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Si tirás el nombre de Michel Gondry en una conversación recibís invariablemente la palabra “genio” como respuesta. El cineasta francés, autodidacta, ganador de un Oscar, logró el aura de genialidad a fuerza de películas icónicas, póster de generaciones, y de una carrera brillante como creador de imágenes para grandes músicos del pop y el rock. Videoclips y cine, música e historias tristes para contar. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Rebobinados, La espuma de los días, las películas. Björk, Paul McCartney, Chemical Brothers, The Vines, The White Stripes, Radiohead, Devendra, Kanye, los artistas. Y las firmas siguen y siguen.
Gondry desembarcó en Buenos Aires con su Usina de películas amateurs, un proyecto que nace de una idea gemela a la de Rebobinados, aquella (con Jack Black, ¿te acordás?) en la que dos empleados de un videoclub al que se les borraban todas las películas decidían volver a filmarlas. La usina de Gondry es esto: trece sets de filmación para que grupos de personas, anotadas previamente, escriban y filmen en tres horas su propia película. “Hice Rebobinados por que tenía esta idea de crear películas involucrando a la comunidad. Lo venía pensando hacía tiempo y lo usé en ese film. Cuando lo terminamos, decidí hacer realidad esa idea”, dijo a TN.com.ar, paseando por la Usina del Arte, donde se está montando su propia usina, abierta al público hasta el 30 de diciembre.
Fiel a su espíritu punk, Gondry reivindica la verdad y la sorpresa del amateurismo. “El objetivo es demostrar que cualquiera, incluso alguien que trabaja en una mina, el empleado de un peaje de una autopista, tiene la capacidad de crear alguna forma de arte, o producir una pieza que lo entretenga, a él y a sus amigos. Esa es la idea, que cualquiera puede hacerlo. No digo que cualquiera puede ser un cineasta, pero ciertamente, hay una selección, en el principio, que no es justa en cuanto a oportunidades. Y quiero mostrar que eso puede pasarle a cualquiera. Aquí no hay profesores ni directores, no tiene nada que ver con un curso de cine. La realización cinematográfica es como un estado fascista: hay un líder y todos trabajan para él, o ella. Aquí hacemos lo opuesto: hay mucha gente trabajando, junta, para crear algo”, sostuvo sobre su presentación.[/vc_column_text][vc_images_carousel images=”142819,142820,142818″ img_size=”full” autoplay=”yes”][vc_column_text]
-Tu trabajo va y viene entre el cine y la música, o las imágenes para grandes músicos, ¿Cómo se nutren mutuamente estos dos ámbitos?
-Tuve la suerte de criarme en una familia creativa. Y luego tuve amigos creativos. Además, tocaba en una banda after punk. Pero Björk me abrió la cabeza. A pesar de haber vivido en un ambiente interesante, nunca llegué al arte moderno, sentía cierto rechazo hacia el arte contemporáneo, no sabía si era algo real o puro alardeo. Ella, que recién iba a sacar su primer disco, me llevó a un museo, en Londres, y empecé a entender qué quería decir, a meterme en ello. Me abrió la cabeza y me orientó a ser más creativo. Fue un privilegio lo que me pasó: trabajar en el primer álbum de una artista que luego sería muy importante y que está constantemente reinventándose. Para Björk hay una especie de deber: no quedar atrapado en la nostalgia y mirar hacia el futuro. Uno vive rodeado de ideas de lo que hubo en el pasado, antes de las computadoras, cuando las artes plásticas eran vanguardias maravillosas. Y es bueno encontrar a alguien con esa actitud hacia el futuro, tan positiva, que siempre trabaja en su propio tiempo, pero de una manera tan orgánica y refrescante.
Ahora, con 54 años, voy a filmar para un artista que tiene 70 y me gustaba cuando yo tenía diez años, tenía su póster en mi habitación, Julien Clerc. He trabajado con gente que jamás hubiera soñado, como Noam Chomsky o Paul McCartney. Cuando estaba trabajando en Londres, iba a filmar para él, y venía bastante harto de que los ingleses, cuando me conocían, me cantaran “Michel, ma belle”. Y la primera vez que vi a McCartney, lo crucé en un pasillo, estaba tan nervioso que no sabía si sonreír, darle la mano, acercarme o no. Y él se acercó, se paró frente a mí y me cantó: Michel, ma belle.
-¿De dónde vienen tus ideas para una película?
-En gran medida, de los sueños. Para Julien Cler soñé que hacía un video para él: una mujer lo dejaba y abría una valija y guardaba su ropa; pero pronto se llenaba, y ponía más cosas, así que la valija iba creciendo, y ella ponía más cosas: la TV, el auto, los libros, la cama. Al final, Cler quedaba solo en una casa vacía.
-¡Sos un soñador excelente!
-Bastante bueno, bastante bueno.
-Así que, para vos, es fácil hacer películas.
-¡No, no, no ¡Lo fácil es hacer malas películas![/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]