POSADAS. Con más de 20 años de trayectoria, y una extendida pausa que los alejó de los escenarios durante casi seis años, La Chupetona decidió volver a los escenarios, la cita será este sábado 2 de diciembre a las 23:00 horas en el Templo del Rock “La Bionda” (Av. Bartolomé Mitre 2470). El ingreso a puerta tendrá un valor de $2.000

De la formación que dejó recitales memorables en diversos rincones de Misiones, continúan con el viaje Miguel Allou (cantante), Raúl Medina (baterista), y Marcelo ‘el abuelo’ Pérez (teclado). A ellos, se suman Cristian Benítez (guitarra) y Chino Villalba (bajo). Por cuestiones de agenda, los hermanos Gruber, por el momento no estarán en esta presentación.

Para oficializar el regreso, La Chupetona escribió en sus redes sociales: «Luego de una larga gira interestelar regresamos a este lugar del planeta tierra donde un día un grupo de niños derrumbaron nuestra nave a puro cascotazos». «Conocido como el incidente ‘Los Pinos’ este caso desencadenará consecuencias inesperadas para la humanidad. Vayen. Los esperamos con rayo láser. Chau», agregaron los integrantes de la banda.

El legado de “La Chupe”

La Chupetona nació en el año 1999 en la ciudad de Posadas. La mayoría de sus integrantes pertenecen al barrio “Los Pinos” y sus alrededores. En un principio eran “amigos que decidieron juntarse a tocar y divertirse, combinando lo musical con lo humorístico, improvisando sketchs y disfraces en medio de sus show’s, interactuando a la vez con el público” que los definen como “carismáticos, divertidos, barderos, hinchas bolas”.

La banda acostumbró desplegar un amplio repertorio propio en el que siempre pareció que no existían límites. Los sonidos pasan por todos los estilos posibles. Sobre la base principal del ska reggae, los músicos de La Chupetona también sacuden con varios pasajes de punk, metal, y cumbia. En una mezcla de Los Brujos y Mamonas Assassinas, pero con tono de tierra colorada, abundan los vestuarios extravagantes, disfraces, y acrobacias circenses.

La búsqueda de sorprender en la reacción del público crece con las letras de las canciones. Historias de fantasías barriales (o verdades exageradas por necesidad), personajes que parecen inventados pero son más reales para quienes caminan con ojos bien abiertos en las calles posadeñas, y el siempre presente humor que durante años despertó carcajadas en los seguidores mientras bailaban lo que fuera que la banda quiere tocar.