El reloj corre. Mientras el mundo entero se preocupa por superar la crisis sanitaria desatada por la pandemia de coronavirus en todo el planeta, desde la comunidad médica y científica miran no con menos preocupación lo que ocurre con el cambio climático a nivel global.
“La salud ya está siendo dañada por el aumento de la temperatura global y la destrucción del mundo natural, una situación sobre la que los profesionales de la salud han estado llamando la atención durante décadas”, aseguraron especialistas en el documento publicado en 233 revistas científicas internacionales, incluidas The BMJ, The Lancet, New England Journal of Medicine, East African Medical Journal, Chinese Science Bulletin, National Medical Journal of India y Medical Journal of Australia, entre otras.
El editorial insta a los líderes mundiales a transformar las sociedades y las economías apoyando el rediseño de los sistemas de transporte, las ciudades, la producción y distribución de alimentos y los mercados para las inversiones financieras y los sistemas de salud. “Esto requerirá una inversión sustancial, pero tendrá enormes beneficios positivos”, argumentaron, “incluida la reducción de la contaminación del aire, el aumento de la actividad física y la mejora de la vivienda y la dieta”.
“La ciencia es inequívoca; un aumento global de 1,5°C por encima del promedio preindustrial y la pérdida continua de biodiversidad corren el riesgo de un daño catastrófico para la salud que será imposible de revertir -advirtieron-. A pesar de la preocupación necesaria del mundo por el COVID-19, no podemos esperar a que pase la pandemia para reducir rápidamente las emisiones”.
El editorial se publicó antes de la Asamblea General de la ONU, una de las últimas reuniones internacionales previa a la conferencia climática COP26 en Glasgow que se llevará a cabo desde este domingo, y fue coordinado por la Alianza de Salud del Reino Unido sobre el Cambio Climático, una coalición de los principales organismos de salud del Reino Unido.
En el artículo, los expertos pidieron a los gobiernos que hagan todo lo posible para mantenerse por debajo de un aumento global de la temperatura del planeta de 1,5°C y para proteger el medioambiente con el fin de evitar una catástrofe para la salud mundial.
Y eso sólo puede lograrse si las naciones más ricas actúan más rápido y hacen más para ayudar a los países que ya sufren temperaturas más altas, consideraron. “2021 tiene que ser el año en que el mundo cambie de rumbo, nuestra salud depende de ello”, aseguraron.
El calentamiento global es una amenaza para la salud. Además de los problemas derivados directamente de la contaminación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que provocará que enfermedades infecciosas como la malaria, el cólera o el dengue se propaguen por muchas más zonas del planeta.
Asimismo, el calor extremo hará que aumenten las enfermedades cardiovasculares y que aparezcan muchos más problemas respiratorios como alergias o asma, también debido a la contaminación atmosférica de las ciudades.
Los profesionales de la salud y las revistas de salud advirtieron durante décadas sobre los efectos severos y crecientes del cambio climático, incluidas las temperaturas extremas, los fenómenos meteorológicos destructivos y la degradación de ecosistemas esenciales.
“El impacto del cambio climático afecta de manera desproporcionada a las personas más vulnerables de la sociedad, incluidos los niños y las personas mayores, las minorías étnicas, las comunidades más pobres y las personas con problemas de salud subyacentes”, publicaron.
“El calentamiento global también está contribuyendo a la disminución del potencial de rendimiento global de los principales cultivos, cayendo entre un 1,8 y un 5,6% desde 1981; esto, junto con los efectos del clima extremo y el agotamiento del suelo, está obstaculizando los esfuerzos para reducir la desnutrición”, observaron los expertos en el documento. Para ellos, “los ecosistemas prósperos son esenciales para la salud humana, y la destrucción generalizada de la naturaleza, incluidos los hábitats y las especies, está erosionando la seguridad alimentaria y del agua y aumentando la posibilidad de pandemias”.
Y tras reconocer que “las consecuencias de la crisis ambiental recaen de manera desproporcionada en los países y comunidades que menos han contribuido al problema y menos capaces de mitigar los daños”, señalaron que “ningún país, por rico que sea, puede protegerse de estos impactos. Permitir que las consecuencias recaigan desproporcionadamente sobre los más vulnerables generará más conflictos, inseguridad alimentaria, desplazamiento forzado y enfermedades zoonóticas, con graves implicaciones para todos los países y comunidades”.
“Al igual que con la pandemia de COVID-19, a nivel mundial somos tan fuertes como nuestro miembro más débil”, destacaron.
Ya a principios de agosto, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU había llamado la atención y hablado de “la extrema urgencia de actuar ahora”, según declaró el vicepresidente de la Comisión Europea, el holandés Frans Timmermans, que consideró que todavía hay tiempo para frenar la tendencia del calentamiento global.
“No es demasiado tarde para frenar la tendencia y evitar una espiral incontrolable de cambio climático, siempre que actuemos con determinación ahora y todos juntos”, declaró en un tuit Timmermans, encargado del Pacto Verde Europeo.
A los pocos días, se conocieron datos publicados por la Administración Oceánica y Atmosférica de los EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés) según los cuales julio se convirtió en el mes más caluroso jamás registrado en la historia del mundo.
Este nuevo récord, “se suma al perturbador camino que el cambio climático ha establecido para el mundo”, habían sugerido los expertos en esa oportunidad.
Según el propio Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, “los riesgos que plantea el cambio climático podrían empequeñecer los de cualquier enfermedad. El informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) muestra que cada fracción de grado más caliente pone en peligro nuestra salud y nuestro futuro. Del mismo modo, cada acción que se toma para limitar las emisiones y el calentamiento nos acerca a un futuro más saludable y seguro”.