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Cómo cortar una cebolla sin llorar y no morir en el intento

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Se trata de uno de los ingredientes más utilizados de la cocina tradicional. Mirá tres formas de picarla sin lagrimear.

Cómo cortar una cebolla sin llorar y no morir en el intento

La cebolla es uno de los ingredientes más utilizados de la cocina tradicional. De forma cocida, asada o cruda, se usa para bases de distintos platos como salsas, guisos, rellenos y adobos.

Aunque el problema que presenta este producto es que tiene una gran capacidad para hacernos llorar sin control. Se debe a un mecanismo natural para evitar las plagas. Cuando se dañan los tejidos de la cebolla, esta hortaliza comienza una serie de reacciones químicas para liberar sulfóxido de tiopropanal. Al entrar en contacto con la humedad de nuestros ojos, este compuesto gaseoso forma ácido sulfúrico. Para librarnos de esta sustancia dolorosa, nuestras glándulas lagrimales nos hacen llorar.

Te contamos tres formas de cortar la cebolla sin derramar varias lágrimas en el intento por hacerlo.

Usar un cuchillo afilado

Cortar una cebolla con un cuchillo afilado disminuye la probabilidad de romper las paredes celulares de la cebolla, lo que reduce la liberación de los compuestos de azufre que irritan nuestros ojos.

Si utilizás un cuchillo sin filo, el corte será más áspero y saldrán más gases de factor lacrimógeno. En tanto, es bueno complementar esta técnica con un espacio bien ventilado. Abrir las ventanas más cercanas o prender un ventilador mientras realizas esta tarea ayudará a evitar esta situación.

Ponerlas en la heladera

Poner las cebollas en la heladera antes de cortalas retrasará la actividad de las enzimas que producen los químicos irritantes. Es recomendables meterlas en el frío media hora antes de picarlas.

De la misma manera, es recomendable que la raíz quede intacta, ya que esta parte contiene una mayor concentración de los compuestos sulfúricos que causan el lagrimeo. Se debe sólo cortar el extremo superior y pelar las capas externas.

No dejar los cortes expuestos

Al cortar una cebolla a la mitad, girá ambas mitades hacia abajo sobre la tabla. Mientras picás una parte, dejá la otra sin pelar. Cuando termines con la primera mitad, colocala en una taza y ponela en un lugar lejano de la cocina antes de comenzar con la otra parte.

Así, reducirás al máximo la liberación y el contacto con el sulfóxido de tiopropanal.

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