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El color que vemos en la oscuridad no es el negro, sino eigengrau

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El Eigengrau también es conocido como Eigenlicht, es decir, luz propia o luz intrínseca, teniendo en cuenta que esta tonalidad grisácea que vemos cuando no hay luz, es el resultado de las señales que envían nuestros propios nervios ópticos.

El color que vemos en la oscuridad no es el negro, sino eigengrau

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”191764″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Puede pensarse que, al hablar de los colores, todo está dicho. Si bien hay personas que se quedan en lo básico, prefiriendo la simpleza de colores tradicionales tales como el rojo, el azul o el verde, hay otros que prefieren ser más específicos, diferenciando el azul turquesa del azul celeste, por ejemplo.

Así, estamos tentados a pensar que ya no quedan colores por descubrir, pero ¿Qué tal si existiese un color, hasta ahora, desconocido para la mayoría de nosotros?

Pensemos en alguna de esas veces que nos despertamos en medio de la noche y, al abrir los ojos, a menos que encendamos una luz, somos incapaces de ver lo que nos rodea; todo está oscuro, o negro, como solemos creer.

Pues resulta que la oscuridad no es color negra; en este sentido, el color que percibimos cuando estamos en completa oscuridad tiene un nombre: Eigengrau, que se traduce del alemán como gris intrínseco o gris propio.

De hecho, a pesar de que no existen palabras específicas para nombrar este color en otros idiomas, el Eigengrau posee un código hexadecimal: para aquellos acostumbrados a trabajar con HTML y CSS, el código hexadecimal que representa al negro es #000000, mientras que el del Eigengrau es #16151d.

En particular, el Eigengrau, se trata de un color gris oscuro, cercano al negro pero que, curiosamente, y a pesar de percibirse en completa oscuridad, es más claro que el negro a plena luz.

A pesar de que difícil observar las diferencias entre Eigengrau y el negro a plena vista, veamos a continuación una imagen que clarifica la situación:

Así, la intensidad del gris percibido puede ser ligeramente diferente, dependiendo de la persona y del tiempo, pues se considera que el color percibido no es totalmente estable, ya que a medida que pasa el tiempo, el gris intrínseco va haciéndose más claro o incluso, pueden aparecer percepciones de color. Solo debes probarlo manteniendo tus ojos cerrados por un tiempo.

De hecho, su percepción se considera un fenómeno originado por la retina, junto a las conexiones cerebrales asociadas a la visión, tal como lo veremos más adelante.

El término Eigengrau fue acuñado a mediados del siglo XIX, por el famoso Psicólogo alemán Gustav Theodor Fechner, quien, entre otras cosas, fue el inventor de la Psicofísica e introdujo la noción de mediana en la estadística descriptiva.

De esta manera, ya desde los primeros estudios de Fechner, se tenía la sospecha de que la percepción de este curioso color surgía como una especie de residuo o ruido visual de la actividad neuronal.

Es decir, aún con nuestros ojos cerrados, los diferentes nervios del sistema visual permanecen activos, generándose actividad neuronal en ausencia de luz que el cerebro no es capaz de separar de una verdadera percepción de luminosidad.

No obstante, dejemos de lado un momento la explicación biológica de este fenómeno y concentrémonos en las características de este curioso color.

Estas son las características del Eigengrau

[/vc_column_text][vc_single_image image=”191765″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]El Eigengrau también es conocido como Eigenlicht, es decir, luz propia o luz intrínseca, teniendo en cuenta que esta tonalidad grisácea que vemos cuando no hay luz, es el resultado de las señales que envían nuestros propios nervios ópticos.

En este sentido, el Eigengrau, no es negro. Para entender esto, debemos entender que cuando vemos que algo es de color negro, lo vemos de ese tono puesto que el objeto absorbe toda la luz en contraste con lo que le rodea.

En otras palabras, si no hay luz, no podemos percibir el color negro, puesto que no hay puntos de referencia para establecer comparaciones. Por ejemplo, el cielo nocturno lo vemos de un tono más negro de lo que es realmente, puesto que nuestro punto de referencia a partir del cual contrastamos su color, se corresponde con la luz de las estrellas.

De esta manera, es posible afirmar que el Eigengrau no se trata de otra cosa más que de ruido visual, puesto que al verlo, estamos percibiendo un fondo de pequeños puntos negros y blancos que se mezclan continuamente.

Al respecto, los investigadores consideran que las señales enviadas por nuestros nervios ópticos desde la retina no son fácilmente distinguibles para el cerebro de las señales producidas por fotones reales cuando estamos en presencia de luz, lo que hace que veamos o creamos ver un color parecido al gris.

De hecho, de acuerdo a varios experimentos, luego de estar unos veinte minutos en una oscuridad total, el Eigengrau percibido se va aclarando, hasta ser sustituido por nubes e imágenes difuminadas de color.

Llegado este punto, es necesario discutir las bases biológicas de este fenómeno, a fin de entender cómo es que nuestro cerebro nos hace ver este color.

¿Por qué percibimos este color?

[/vc_column_text][vc_single_image image=”191766″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]A plena luz del día, nuestros ojos pueden distinguir el color negro porque este absorbe toda la luz en contraste que le rodea; esto quiere decir que si no hay luz, seríamos incapaces de percibir el color negro, ya que no habría nada con lo que establecer la comparación.

En esta misma línea de pensamiento, para poder ver en la oscuridad, nuestros ojos necesitan un punto de referencia que muestren el contraste, ayudándonos a diferenciar las cosas cuando no hay luz, sobre lo que influye la sensibilidad de los receptores.

De esta manera, nuestra sensibilidad visual depende de un conjunto de células fotosensibles localizadas en nuestra retina, las cuales se denominan conos y bastones; estás células, tal como se adelantó previamente, van produciendo, a lo largo del día, señales aleatorias que son indistinguibles de las provocadas por los fotones de luz cuando llegan a la retina.

Específicamente, en los bastones humanos, estas señales aleatorias se producen una vez por cada 100 segundos, lo que representa una especie de ruido visual de fondo que solo se puede apreciar en condiciones de absoluta oscuridad.

De hecho, en experimentos realizados con sapos, se ha observado que estas señales dependen de la temperatura, por lo que sospechan que una molécula llamada rodopsina está involucrada en el proceso.

La rodopsina es una proteína fotosensible localizada en los bastones que se compone de opsina y vitamina A; esta proteína, es sumamente inestable, lo que implica que puede perder su integridad de forma espontánea haciendo que el ojo mande señales al cerebro indicando que ha llegado un fotón de luz a pesar de que esto, en realidad, no haya ocurrido.

En síntesis, percibimos el Eigengrau ya que la rodopsina en nuestros bastones se desestabiliza y le envía una señal al cerebro haciéndole creer que se ha captado un fotón de luz, aunque esto no es así, por lo que percibimos un nivel de luminosidad que en realidad no existe.

Entonces, podemos afirmar que este color no se trata más que de un error de señalización en nuestro sistema nervioso; ahora bien, luego de haber visto esto, es válido preguntarse ¿Cuál es la importancia de entender la existencia de este color?

El Eigengrau es más que un dato curioso

[/vc_column_text][vc_single_image image=”191767″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Tratándose de un color cuya existencia es desconocida para la mayoría de las personas, es posible pensar que conocerlo solo sea necesario para diseñadores, artistas e individuos que disfrutan de sorprender a otros con datos curiosos.

No obstante, el Eigengrau tiene un valor científico importante, pues la percepción de este color se ha relacionado con el fenómeno de las alucinaciones.

En este sentido, tal como vimos, el Eigengrau es el resultado de la activación espontánea de ciertas células fotosensibles en nuestros ojos; por lo tanto, al tratarse de la percepción de algo que realmente no se corresponde con la realidad exterior, se le considera un fenómeno alucinatorio de tipo biológico, fisiológico y no patológico.

De hecho, la percepción de este color se vincula con la aparición de alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas; ambos fenómenos implican la percepción de objetos que no existen en la realidad en momentos de transición entre diferentes estados de consciencia.

En el caso de las alucinaciones hipnagógicas, ocurren al pasar del estado de vigilia al sueño, mientras que las hipnopómpicas aparecen al despertar.

Ninguna de las dos se consideran patológicas, pues ocurren por un desequilibrio asociado a la activación y desactivación de distintos procesos y redes en el sistema nervioso cuando nos despertamos y nos dormimos.

En conclusión, el Eigengrau no es más que una ilusión óptica que ocurre como producto de una especie de confusión en nuestro sistema visual. Así que la próxima vez que quieras sorprender a alguien, no dudes en contarle sobre la curiosa existencia de este color que, a pesar de que las personas lo perciben constantemente, no son conscientes de ello.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]


tekcrispy / vm.

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