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¿Por qué no contesta mi mensaje? La ansiedad del siglo XXI

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La obsesión por el doble check azul define esa ansiedad por recibir cuanto antes respuesta a nuestros mensajes. Más allá de lo que podamos pensar, esta realidad constituye ya el origen de muchos problemas, malentendidos y malestares.

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¿Por qué no contesta mi mensaje? La ansiedad del siglo XXI

¿Por qué no contesta mi mensaje? ¿Por qué me deja en visto? Si está en línea, ¿por qué razón no responde a lo que le he escrito? Esta y otras preguntas nos asaltan mientras la pantalla del móvil permanece imperturbable, sin vibrar, sin mostrar el icono del whatsapp avisando de una notificación… La desesperación aumenta y la falta de respuesta nos devora, nos arrebata la calma hasta convertirse en nuestra única preocupación.

Si esta situación nos es conocida, estaremos sufriendo lo que se conoce como la ansiedad del doble check azul. Y no, no es un tema trivial. La cantidad de tiempo que invertimos esperando ese feedback virtual es inmenso; por no hablar, del impacto mental y emocional.

La necesidad por obtener respuesta, contestación e interacción a nuestros mensajes es casi la misma que experimenta un adicto.

La hiperconexión, la necesidad de inmediatez y del refuerzo instantáneo ha cambiado desde hace un tiempo nuestro modo de relacionarnos. Es como si para muchas personas existiera un pacto no firmado, ese por el cual uno está obligado a responder de inmediato a cada mensaje, a cada foto o comentario donde nos etiquetan. Si no somos raudos en emitir algún tipo de interacción, surge en el emisor virtual la duda y la preocupación.

Malentendidos, discusiones, estrés, insomnio, bajo rendimiento en el estudio o el trabajo… La relación entre los servicios de mensajería inmediata y los trastornos de ansiedad es tan significativa como recurrente.

Sabemos que casi el 80 % de nuestros jóvenes la sufre y que, en la actualidad, es uno de los problemas más comunes en nuestras interacciones cotidianas con los demás.

La obsesión por el doble check azul define esa ansiedad por recibir cuanto antes respuesta a nuestros mensajes. Más allá de lo que podamos pensar, esta realidad constituye ya el origen de muchos problemas, malentendidos y malestares.

Profundicemos en el tema.

¿Por qué no contesta mi mensaje? La psicología detrás de los mensajes de texto

¿Por qué no contesta mi mensaje? Han pasado varios minutos, quizá horas y aún no hemos recibido ningún tipo de respuesta. Ni un emoticono ni una cara sonriente ni tampoco el emoji de un pulgar hacia arriba, tan socorrido para casi todo. Para las personas con un carácter ya de por sí impaciente, este tipo de situaciones pueden ser desesperantes.

Además, sobre todo lo son si el receptor es alguien significativo. Como por ejemplo, esa persona que estamos empezando a conocer, que nos atrae y con quien esperamos establecer una interacción cotidiana.

Las relaciones afectivas se cimientan a golpe de mensajes de texto, de notificaciones cargadas de dobles sentidos, de mensajes de buenos días y buenas noches, de fotos y todo un sutil universo de lenguajes virtuales.

También se da lo mismo con nuestras amistades. De algún modo, aguardamos que ellos sean raudos en sus respuestas y que no nos dejen en el limbo de la espera. Al fin y al cabo, tal y como nos revelan ya múltiples estudios, las personas miramos el móvil -de media- cerca de una vez cada quince minutos y esperamos un flujo casi constante de interacción, de notificaciones que revistar y mensajes que enviar o responder.

Si ese flujo se interrumpe, si alguien importante para nosotros no contesta, no nos lee o deja pasar las horas sin dar muestras de interés, se enciende en nosotros un interruptor de alarma.

Mensajes de texto y dopamina

Comparábamos al inicio la necesidad de recibir respuesta a un mensaje con la ansiedad que puede experimentar un adicto. Esa relación no es casual y la clave está en nuestros sistemas de recompensas cerebrales, orquestados por un neurotransmisor muy concreto: la dopamina.

Cuando enviamos un mensaje muy cariñoso, un audio o un meme divertido y original, si hay algo que nos encanta es que la otra persona responda. Esa interacción donde intercambiar frases, risas y complicidades nos hace sentir muy bien. Es como un «subidón», uno de tantos que experimentamos a lo largo del día con la mensajería inmediata y los likes.

Así, esa sensación de grato placer, emoción y bienestar viene mediada por la dopamina. De ahí que cuando este flujo de interacción falla y nos preguntamos con angustia ¿por qué no contesta mi mensaje?, lo que experimentamos es anhelo y es ansiedad. No estamos recibiendo nuestra «dosis» de dopamina y emerge, casi sin darnos cuenta, el síndrome de abstinencia.

Pero, ¿por qué no contesta mi mensaje?

La ansiedad del doble check azul es cada vez más común entre la población más joven. Estudios, como el llevado a cabo en la Universidad Estatal de Kent, en Reino Unido por parte del doctor Andrew Leph, nos señala que una de las causas de ansiedad más comunes entre los universitarios viene precisamente por el uso del móvil.

No solo hay una mayor dependencia y adicción a estos dispositivos. Además, la calidad de las relaciones es más deficitaria, se reduce el rendimiento académico e incluso la propia salud se ve afectada. Es más, se ha podido ver que es la población más joven la que más sufre esa necesidad por recibir una respuesta inmediata a los mensajes.

Sin embargo…¿cuáles son los motivos por los que alguien elige no responder o alargar más de lo normal esa respuesta?

Causas por las que no nos responden

  • La primera razón, y quizá la más evidente, es desinterés. En la actualidad uno de nuestros canales de comunicación más usuales es la mensajería inmediata. Quien no nos responde o no interacciona con nosotros es sencillamente porque no lo desea.
  • Otro motivo puede ser, como es obvio, que esté ocupado. Aún más, son muchas las personas que posponen esa respuesta para ese instante donde se sienta más libre y cómodo para responder. Hay quien en lugar de la inmediatez, valora la calidad.
  • Asimismo, existe otro factor que los expertos destacan porque cada vez se da con mayor frecuencia. Hablamos de quien experimenta ansiedad a la hora de enviar un mensaje, ¿la razón? Inseguridad. Hay temor a no expresar las cosas de manera adecuada, hay miedo a lo que nos puedan responder, a ser malentendidos, a ver el doble check azul y arrepentirse de haber escrito ciertas palabras, de haber incluido ciertos emoticonos…

Todo ello hace que demoren durante horas (o días) su respuesta.

Para concluir, las relaciones en la era de Internet son más complejas. Podemos establecer más conexiones, conocer más gente y tener incluso la oportunidad de descubrir con detalle cómo es alguien gracias a un flujo continuo de mensajes de ida y vuelta. Que esto ocurra nos hace sentir bien, pero si esto se interrumpe o falla, aparecen el estrés y las dudas.

La clave está en el equilibrio. Que me pregunte por qué no contesta mi mensaje esa persona especial es algo normal, que me obsesione con ello, hasta el punto de no hacer nada más, ya no lo es.

Hagamos vida, continuemos con nuestras cosas, con nuestras ocupaciones y responsabilidades mientras aguardamos la notificación. Porque si de verdad le importamos a esa persona, responderá.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/
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