¿Cómo hacen los gatos para caer siempre de pie? Esa es la pregunta que gran cantidad de investigadores analiza desde estudios multidisciplinarios. Si bien gran parte se ha logrado dilucidad, hay algunos aspectos que continúan siendo un misterio.

El primero en publicar una investigación sobre el tema fue el científico francés Antoine Parent en el año 1700, quien aprovechó el modo en que caían los felinos para investigar cómo los objetos pesados y grandes se mueven y rotan mientras se hunden en el agua. 

Parent sugirió que un gato en caída libre podría ajustar su columna vertebral para voltearse, moviendo su centro de gravedad sobre el centro de flotabilidad, y que por ello siempre terminaba aterrizando sobre sus cuatro patas. Si bien su teoría fue refutada, a partir de ese momento el misterio comenzó a crecer como uno de los ovillos que tanto atraen a los mininos.

Los fisiólogos holandeses G.G.J. Rademaker y J.W.G ter Braak volvieron a trabajar en el tema en 1935, cuando la cuestión del enderezamiento de gato había sido objeto de estudio de investigadores del cerebro. El objetivo era entender qué porciones del sistema nervioso del gato controlaban este reflejo que los motivaba a girar en el aire. Su investigación obtuvo algunos avances, pero luego se perdió el interés.

La caída de los gatos en la mira de la NASA

A fines de los 60, el misterio volvió a cobrar interés porque la NASA quería enseñar a sus astronautas a girar en ambientes flotantes. Para hacerlo, los ingenieros de la Universidad de Stanford usaron simulaciones computarizadas con gatos, pero no lograron el exacto “doblado y girado” en el espacio.

En la actualidad, las investigaciones sobre el movimiento de los gatos continúan en otro campo de estudio: la robótica, donde esperan poder obtener más avances sobre este misterio.

En definitiva, lo único seguro es que la capacidad que poseen los felinos de girar su cuerpo en dos direcciones es lo que les permite esa agilidad para no caer de lado o de cabeza, asemejando su “vuelo” como un paracaídas.

Lo primero que gira es la cabeza, y a partir de ese momento el resto de su cuerpo se amolda hasta quedar con sus cuatro patas extendidas pero relajadas. Por lo tanto, los gatos no tienen siete vidas, pero logran un manejo tan importante de su cuerpo que logran superar golpes que para otros animales resultarían mortales.