Opinión

El Renacer de la Libertad: Reflexiones sobre lo que fue y lo que es

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Por Sebastián E. Videla

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El Renacer de la Libertad: Reflexiones sobre lo que fue y lo que es
Foto: Oficina del Presidente Javier Milei

Desde la asunción del presidente Javier Gerardo Milei, Argentina ha experimentado una intensa agitación debido a la reestructuración política en curso, que pone en peligro los intereses arraigados de la burocracia política durante el último siglo.

En medio de esta coyuntura, resulta crucial abordar el pasado y como este repercute en el presente y nos propone a pensar en un futuro superador.

Quizás el referente más importante de la Escuela Austriaca de Economía haya sido Ludwig von Mises. En su obra magna, “La Acción Humana”, Mises retrata la gran lucha entre el individualismo y el colectivismo. Para Mises, el individualismo es una vertiente necesaria para la concepción de una sociedad
organizada, con el mismo como centro y punto de partida.

Mises ve al Estado como el principal financista, promulgador y activista de las ideas del colectivismo. Si extrapolamos esta visión del padre de la economía austriaca al caso argentino, nos encontramos con un cataclismo de magnitudes sin precedentes, debido a que éramos una de las economías más
emergentes a finales del siglo XIX, pero ahora enfrentamos una debacle en espiral que se ha gestado durante más de 80 años.

El Estado argentino no ha parado de financiar los programas públicos colectivos que han burocratizado el sistema a niveles quizás nunca vistos a nivel mundial, solo comparables con aquellos países donde la libertad y el individualismo no gozan de su mayor popularidad.

Nuestro Estado ha insertado en la sociedad un discurso proteccionista, equivalente a una prédica esotérica de las peores organizaciones New Age que el lector podría imaginar. Nos pone en una disyuntiva de buenos y malos, donde el mercado es el lobo; el pueblo las ovejas; y el Estado el que las
pastorea y brinda protección. Nada más alejado de la realidad.

En la otra vereda, y la que el Estado ha ocultado, descubrimos que el Estado no es más que una organización coercitiva, monopolizada y que se legitima por medio de la fuerza o artimañas propias, como la creación de enemigos ficticios, como el mercado.

El Estado argentino, tras años de la misma retorica proteccionista, las mismas políticas de siempre y bajo personajes variopintos con la misma voracidad de poder y predica del colectivismo, comienza a ver síntomas de cansancio por parte de su población: descontento social, hartazgo y, sobre todas las cosas, la Razón, arrojan un poco de aire en tanta penumbra con la aparición de un individualista, defensor de las ideas que nos hicieron prosperar y que busca quitar el látigo opresor con el que los políticos han azotado a la población durante tantos años.

Para muchos se volvió una sorpresa que alguien de las características disruptivas como Javier Milei llegue a la presidencia de la nación, pero bajo mi juicio no es sorpresa, teniendo en cuenta la subestimación que hubo por partede la gerencia política hacia el pueblo que ellos mismos necesitaban y recurrían para legitimarse. Milei no es ningún mago, no viene con ninguna fórmula o truco mágico, ni siquiera inventó algo novedoso o revolucionario.

Milei viene con las ideas que Mises retrató hace más de 50 años y que sus discípulos supieron desarrollar en los años posteriores. Las ideas de la libertad, en términos económicos, no son nuevas, pero la difusión que Javier dio a estas ideas nunca se ha visto anteriormente.

Es la primera vez que un referente de la Escuela Austriaca de Economía llega a una presidencia en el mundo. La tarea a la que se enfrenta Javier día a día es titánica y solo comparable a la que se tuvo que llevar a cabo en el “milagro económico alemán”, la recuperación económica que se dio en la Alemania devastada tras la Segunda Guerra Mundial, encabezada por el liberal Ludwig Erhard. Aunque no lo parezca, Argentina también tuvo que sortear una guerra, quizás una de las más largas, una guerra contra el colectivismo, el status quo y el proteccionismo, una guerra que dio su primer punto final con la asunción de Javier el pasado 10 de diciembre.

Sin duda, hacer futurología no sería lo ideal en este contexto, pero puedo afirmar que la Argentina por fin tiene esperanzas de sembrar semillas en tierra árida y obtener frutos de cambio y transformación. Con casi 5 meses desde la asunción de Javier, vemos signos alentadores: la inflación desciende, los bonos van en alza, hubo superávit financiero el primer trimestre del año, y el gasto público está en declive. Con cada día que pasa, Argentina da un paso más hacia la salida del interminable túnel en el que el colectivismo nos sumió hace muchos años atrás.

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