Opinión

El éxito de Rovira es el fracaso de Misiones

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En los noventa Carlos Rovira se entronizó en el poder de la provincia hasta que, con el nuevo siglo, se convirtió en el amo. Casi la totalidad de los límites de Misiones están conformados por ríos: el Iguazú al norte, el Paraná al oeste, el Uruguay y el Pepirí Guazú al este y el Chimiray al sur. Por ellos no nada un pez sin que Rovira lo sepa.

El éxito de Rovira es el fracaso de Misiones

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”242244″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]En los noventa Carlos Rovira se entronizó en el poder de la provincia hasta que, con el nuevo siglo, se convirtió en el amo. Casi la totalidad de los límites de Misiones están conformados por ríos: el Iguazú al norte, el Paraná al oeste, el Uruguay y el Pepirí Guazú al este y el Chimiray al sur. Por ellos no nada un pez sin que Rovira lo sepa.

El presidente del parlamento provincial armó un sistema político a su medida. Dónde la sumisión es política de estado y la ley su voluntad. Cuando en 2006 la población le dijo “no” a su intento de eternizarse, cambió de lugar y se eternizó igual. Puso marionetas en la gobernación y mantuvo la ley de lemas para que en los municipios  la gilada reemplace a los “malos” renovadores con los “buenos” renovadores. Para que el ganador sea siempre él.

La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo”, nos enseñó el sabio Cicerón en la Roma del siglo anterior a Cristo. Misiones es un ejemplo contundente de lo contrario. La mayoría de la población cree en los buenos amos.

Carlos Fernández es el nuevo buen amo de Oberá. EL renovador bueno que reemplazó a Ewaldo Rindfleisch, el renovador malo. Norberto Aguirre es el buen amo de Eldorado. Juan Carlos Ríos lo es en Campo Viera. Bruno Beck en Andresito. Ernesto Friederich en Caá Yarí. Luis Ripoll en Garupá. Abundan los ejemplos. Uno más patético que el otro.

En los feudos ser oficialista es lo más fácil que hay. En Misiones cualquiera es renovador. Ser un chupamedias del gobierno garantiza ciertas puertas abiertas, notorios acomodos, “ganar” concursos, y recibir las migajas de las tortas (Rovira compra cada vez más barato). En cambio no alinearse implica ser condenado a la periferia, tener las puertas cerradas y toparse, a cada paso, con nidos de ratas. Y eso sí que no es para cualquiera. Se necesita carácter. Se precisa temple. Cojones u ovarios bien puestos. No es para cualquiera.

En los feudos el voto cautivo de los oficialismos tiene un piso alto. Para un opositor (uno en serio) andar por ahí, sin manejar la “caja” como sí la manejan los intendentes con los que debe competir, y pretender ganar un comicio es una quimera. Y eso no se cambia así nomás. Los candidatos le piden el voto a los ciudadanos. Pero no son ciudadanos. Son clientes.

En la Misiones de Rovira hay chupamedias de todo tipo. Incluso, con eso de la ley de lemas, los sublemas renovadores se prestan los chupamedias.

Para vivir en Misiones y no ser un alcahuete se precisa tenerlas bien puestas. Por eso, de este lado del mostrador, el de la dignidad, somos cada vez menos.

Porque eso de ser digno no es para cualquiera.[/vc_column_text][vc_tweetmeme][vc_facebook][vc_column_text]


Walter Anestiades para MisionesCuatro.com

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