Opinión

Todavía tenemos mucho que aprender de nuestros abuelos y reflexionar

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Columna de opinión por Alejandra Farías (*)

Todavía tenemos mucho que aprender de nuestros abuelos y reflexionar

Este mediodía regresaba a mi casa del trabajo. Siendo las 13.30 hs. y como es habitual, subo a la línea 110 Barrio 508 viviendas de Itaembé Guazú. Fue entonces cuando ocurrió una situación que por primera vez me toca vivir en mi rutina diaria.

Una señora de unos 85 años sube a la unidad ofreciendo chupetines a 30 pesos cada uno. Le paso 200 pesos –es lo que tenía a la mano- y le digo: “es para usted, señora”. Pero ella me dice: “no, te doy 6 chupetines y el cambio”. Entonces replico: “no, gracias, está bien señora”. Y en ese momento me puso los chupetines encima de la mochila. Le reitero que “no hacía falta, que no los quiero”. Y me responde: “es mi trabajo, si no los agarras, te devuelvo la plata”.

Sinceramente me quedé por un momento sorprendida y a la vez con un sabor amargo: ver a una señora de esa edad rebuscarse, mientras precisamente hoy se replicaron en varios puntos del país cortes de calles y rutas para evitar que caigan planes sociales. Esto me llevó a tomar la foto que acompaña este relato y a analizar el caso.

Debo confesar que me quede con culpa por la situación. Por un momento pensé que mi acción de darle dinero sin nada a cambio era lo que correspondía. Pero me di cuenta que no era así, ya que luego de la “compra”, intento saber de ella, cómo ubicarla para ayudar y me responde: “con esto me ayudas (…) no necesito más”.

Y simplemente se bajó del colectivo tras vender algunos chupetines más. Fue en ese preciso momento en el que comprendí que para ella la venta la dignificaba y por eso no aceptaba el dinero ya que se trataría de una limosna.

Sentí muchas emociones en ese momento y me quedaron dando vueltas varias ideas en la cabeza. Pero por, sobre todo, siento bronca de saber que hay un Estado que sostiene varias estructuras innecesarias, mientras nuestros abuelos tienen que hacer estas cosas.

Si tan solo algunos de los muchos jóvenes que no hacen nada y no comprenden la importancia de la educación y el trabajo vieran el ejemplo de esta abuela, y si tan solo nuestros gobernantes hicieran que las políticas públicas y el sistema previsional funcionen y realmente dignifiquen a quienes tanto han aportado a nuestra sociedad, quizá hoy esa abuela estaría disfrutando de otra manera: viajando, haciendo actividades recreativas o simplemente disfrutando de su jubileo.

Creo que nos falta tanto y tenemos tanto para reflexionar. Y sostengo que, amén del mal trago y la angustia que me generó ver a la abuela trabajando a su edad, su acción nos deja una gran enseñanza.

(*) Profesora, locutora y comunicadora

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