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El curioso caso del intendente Carlos Fernández

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El actual alcalde renovador de Oberá entró a la política para hacer más de la vieja política, Pero buena parte del electorado obereño lo ve como alguien que la rejuvenece. Como si el presente camelo rovirista del “refresh” en el partido fuera cierto.

El curioso caso del intendente Carlos Fernández

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”233521″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]OBERÁ. En “El curioso caso de Benjamin Button” (la obra de Scott Fitzgerald, el mismo de “El gran Gatsby, que en cine protagonizó Brad Pitt hace más de una década), se cuenta una vida que recorre el camino inverso de la naturaleza. Esto es, Benjamin nace anciano y con el paso del tiempo se hace cada vez más joven. Algo similar ocurre con la vida política de Carlos Fernández. El actual alcalde renovador de Oberá entró a la política para hacer más de la vieja política. Pero buena parte del electorado obereño lo ve como alguien que la rejuvenece. Como si el presente camelo rovirista del “refresh” en el partido fuera cierto.

Carlos Fernández es un estupendo médico pediatra y cirujano. Un tipo honesto y con una genuina sencillez que permite que te lo encuentres, siendo el intendente, comprando en la verdulería de la esquina de tu casa. Pero esas condiciones humanas no se trasladaron al avatar político. El doc es un sostenedor del status quo-lejos de cualquier rebeldía-y es otro de los que optó por la más fácil: llegó primero a la concejalía y luego a la intendencia a través de la renovación. El espacio que erigió su éxito político sobre el fracaso de la provincia.

Algunos dirigentes del PRO local, off the record, dicen que “a Fernández no hay con qué darle”. Es verdad que la dirigencia del PRO suele responder a esa forma de ser que ahora se denomina “pecho frío” y que deberían tomar ácido fólico y algún complejo de vitamina B 12. Pero en esto algo de razón tienen.

Igual que en su momento en el país con Daniel Scioli, o ahora en Misiones con Hugo Passalacqua, Fernández es ese tipo de persona que hace carrera sin definirse mucho y acumulando capital político haciendo silencio. Se sabe que en la renovación, por debajo de Rovira, la competencia es a ver quién se calla mejor. Tampoco se puede soslayar el dato de que Fernández es médico. En un lugar como Oberá, en donde los citadinos conviven con gente que aún mantiene cierta mentalidad pueblerina, la de médico es la profesión más prestigiosa.

Fernández fue concejal de Oberá en el período 2007-2011. Podríamos pararnos en cualquier esquina y preguntarle a la gente si recuerda algo de su paso por el concejo. Es más. Podríamos preguntarles si recuerdan que pasó por el concejo.

¿Y su gestión como intendente? Empezó bastante mal, haciéndole pagar a los contribuyentes la casi esotérica deuda de 62 millones de pesos que dejó su antecesor, el también renovador Ewaldo Rindfleisch. Recuerdo haberle preguntado en radio cómo iba a hacer para investigar a Rindfleisch, cuya pésima gestión usó para hacer campaña, si tenía al mismo jefe político. Obviamente no supo qué responder y ahora sus propagandistas venden eso como un logro. Alguien que equilibró las cuentas. Que un funcionario use los dineros públicos como se le cante, que su sucesor no investigue nada, incluso lo blinde, y que el contribuyente deba hacerse cargo de reponer lo que le sacaron no es algo que suene a una medalla para colgarse, ¿no?

Merced al empleo de lámparas led, para ahorrar porque la renovación no invirtió en generación y dsitribución de energía, algunas calles y el centro de Oberá están hoy mucho mejor iluminadas. Incluso el centro de la ciudad, estéticamente, está bien cuidado. ¿Y los barrios? Ahí, como si fuera una continuidad de las tres gestiones de Rindfleisch, la de Fernández hizo poco y nada. Sin embargo, suele ser en los barrios donde la renovación tiene el voto cautivo más fuerte. Han sido eficaces en modelar una mentalidad conformista. Gente cuyo futuro es hoy y que eso de vivir una vida mejor, es algo que ni siquiera se lo pueden imaginar.

En estos días Fernández volvió a narrar el viejo cuento del Parque Industrial. Sanata a la que ya habría que ponerle naftalina y que, incluso, usó Daniel Behler hace cuatro años asegurando que había “20 o 25 empresas interesadas en instalarse”. Si andás por Oberá y encontrás un parque industrial con empresas instaladas no te olvidés de avisarnos. No hay que ser ninguna lumbrera para entender que sin luz ni agua y ni una mínima ventaja impositiva, instalar un parque industrial en Oberá tiene menos chances que Curazao en el actual mundial de futsal. Sin embargo, personas inteligentes se prestan a darle al proyecto una pátina de seriedad y verosimilitud de la que naturalmente carece. Aún sabiendo que el cuento termina el 3 de junio.

La gestión de Fernández lleva 1.213 días y no se le ha conocido un solo caso de corrupción. No es poco, viniendo de Rindfleisch. Pero sí es poco, por estar protegiendo a Rindfleisch.

Veremos que caudal de votos recibe el 2 de junio y cuántos votantes pueden cooptar los impresentables de Daniel Behler y “Tony” Lindstrom para sumarle con sus sublemas. Enfrente tendrá a dos candidatos muy bien posicionados entre el electorado honesto y republicano. Los dos Robertos: Rocholl y Silverstone.

A diferencia de su bien ganado prestigio como médico, el Carlos Fernández político y funcionario tiene mejor imagen de la que merece.

Al ver su gran potencial sin desarrollar, Napoleón dijo de China, “Dejen que China duerma, porque cuando despierte…”

En junio veremos si Oberá despierta de una buena vez. O si sigue durmiendo…[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]

Walter Anestiades

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