POSADAS. Un informe de la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste) sobre el fenómeno de la perpetuación en el poder en el NEA, pone de manifiesto los casos de Carlos Rovira –presidente de la Cámara de Representantes de Misiones- y Gildo Insfrán, que acumulan años en el centro del esquema de poder del oficialismo, en Misiones y Formosa, respectivamente.
En Formosa donde rige la reelección sin límites desde 1983, gobernaron la provincia solo tres personas, todas del Partido Justicialista. Actualmente, Gildo Insfrán, supera los 22 años en el máximo cargo del Ejecutivo Provincial.
El oficialismo formoseño consiguió reformar la constitución en 1991, cuando Insfrán era vice de Vicente Joga. En 1995, Insfrán fue elegido por primera vez como gobernador y, ha sido reelegido desde entonces.
La Ley de Lemas en el origen de la perpetuación en el poder
No son pocos los que apuntan a sistemas electorales como la ley de lemas, como la palanca central del poder de Gildo. Como es de público conocimiento, la ley de lemas permite que los votos de un sublema sumen al lema ganador y en Formosa, el partido con mayor aparato político –y la posibilidad de fomentar numerosos sublemas, es justamente, el oficialismo que maneja la caja estatal. El mismo fenómeno, parece darse en Misiones.
Ahora bien, la situación respecto de las reelecciones para el gobernador, es claramente diferente entre ambas provincias. Pero no así el sistema electoral –donde también rige la Ley de Lemas y el oficialismo viene ganando elección tras elección desde hace décadas.
En Misiones, las reelecciones están limitadas a sólo un periodo y se dio una alternancia de mandatarios –con Rovira, Maurice Closs y Hugo Passalacqua, sucediéndose en el cargo- pero en los últimos 15 años, el Frente Renovador de la Concordia Social ha mantenido el poder.
Nuevamente, como en Formosa, se da la conjunción de la Ley de Lemas con la perpetuación en el poder del mismo proyecto político.
Los caudillos provinciales del norte
De hecho, las similitudes del sistema político entre Formosa y Misiones, parecen traducirse en la hegemonía de caudillos como Insfrán y Rovira.
Este último, que pasó de la gobernación a la presidencia de la Cámara en 2007, el año próximo completará 20 años ininterrumpidos ejerciendo el cargo principal en el Ejecutivo o en el Legislativo (1999-2019).
Todo indica que Rovira consigue los sucesivos nombramientos como presidente de la Cámara gracias a las mayorías parlamentarias de la Renovación y el fenómeno de la “borocotización” –pase de dirigentes de la oposición al oficialismo-. Así lleva más de 11 años como jefe del parlamento misionero.
Y este no es sólo un título: se puede decir que ningún proyecto legislativo se puede aprobar en la Cámara, sin la aprobación de Rovira. Por otra parte, el control de la Legislatura, parece funcionar como un mecanismo de presión muy importante sobre los jueces misioneros.
Cabe recordar que el ex gobernador misionero, que se perpetúa en el poder a partir del control de la Cámara de Representantes, debió optar por esta alternativa para mantener el poder tras su fallido intento de reformar la constitución provincial para habilitar la reelección indefinida para el gobernador en 2006.
Al año siguiente, a fines del 2007, Rovira pasó a presidir la Legislatura. Cargo que ostenta aún hoy.
Rovira e Insfrán, un reflejo
Así pues, puede plantearse una suerte de paralelismo entre Insfrán y Rovira: el primero logró reformar la constitución y ha sido reelecto desde entonces; mientras que el segundo, no lo consiguió, pero sigue ejerciendo un cargo importante desde su salida de la Gobernación.
Y más importante, sigue formando parte central del esquema del poder político de la Renovación, opacando incluso, a los gobernadores renovadores de turno.
En otras palabras, Insfrán parece ser un espejo político de Rovira y la situación de Formosa muestra lo que habría sucedido en Misiones, de no prevalecer el Frente Unidos por la Dignidad (FUD) en las elecciones de convencionales constituyentes del histórico 2006.
