“La situación que vivimos los vecinos es fea”, expresó en diálogo con Primera Mañana, describiendo las penurias que enfrentan especialmente durante los días de lluvia, cuando los caminos se vuelven intransitables y los niños no pueden asistir a la escuela. “Es lejos para todos”, agregó, señalando la distancia y la falta de acceso a servicios básicos.

Según Antonella, la llegada de mil familias al barrio en diciembre pasado generó un desafío adicional, exacerbando la situación precaria de infraestructura. “Fue a las apuradas supongo, porque no se entiende”, comentó sobre la falta de planificación y ejecución de obras por parte de las autoridades.

Las promesas de mejoras, como la construcción de cordón cuneta, quedaron en el aire, observó la vecina, quien señaló que estas obras solo se realizan en áreas específicas donde aún no se entregaron todas las viviendas. Además, la falta de acceso al transporte público agrava la situación, ya que los colectivos no ingresan al área, dejando a los residentes en puntos como la escuela 960 o el Hipódromo, a seis o siete cuadras de sus casas.

A pesar de los reclamos al delegado del barrio, hasta el momento no encontraron una solución tangible. “Estamos totalmente aislados”, lamentó Antonella, resaltando la falta de iluminación pública, la presencia de casas abandonadas que representan un riesgo para la seguridad y la sensación de abandono por parte de las autoridades locales.