Según Villamea, la joven había ido a comprar un par de botas en la tienda de la comerciante en cuestión. La víctima realizó su pago, mitad en efectivo y mitad con tarjeta de débito. Sin embargo, al momento de salir de la tienda, la comerciante la tomó del brazo y la llevó a un depósito contiguo. Allí, la víctima fue sometida a una pesadilla: fue golpeada, su cabello fue cortado con tijeras y le confiscó su celular.
La excusa para este acto de violencia fue que el marido de la comerciante estaba en contacto con la víctima. La comerciante ingresó al chat de la víctima y difundió imágenes de ella con el pelo mal cortado y el celular en mano en las redes sociales, compartiéndolas con amigos y conocidos.
La víctima admitió que había recibido mensajes del esposo de la comerciante, pero que nunca respondió a esos mensajes. La situación escaló a amenazas de muerte hacia la joven y su hijo, lo que la mantuvo aterrorizada y encerrada en su casa durante tres o cuatro días, ya que sabía que la agresora tenía vínculos locales.
Tras la intervención de familiares, la joven finalmente decidió presentar una denuncia. Sin embargo, en Santa Rita, las autoridades minimizaron el incidente. Fue gracias a la insistencia de personas conocidas que la víctima pudo presentar su denuncia en la comisaría de la mujer en Oberá.
A pesar de la denuncia realizada el 21 de septiembre, Villamea señaló que hasta la fecha no se tomó ninguna medida significativa en relación con el caso. La causa se encuentra en el Juzgado de Instrucción Nº1, y la comunidad exige justicia y respuestas ante este acto de violencia inaceptable.
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