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Sin mamógrafo en el hospital público de Oberá

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Las mujeres de la Capital del Monte no pueden realizarse estudios de cáncer de mama en el Samic. El aparato comprado en el 2011 nunca funcionó.

Sin mamógrafo en el hospital público de Oberá

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Las mujeres de la Capital del Monte no pueden realizarse estudios de cáncer de mama en el Samic. El aparato comprado en el 2011 nunca funcionó.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”98794″ img_size=”full” add_caption=”yes” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]El grotesco es un género que relaciona lo trágico y la comedia. Forma parte del universo de lo absurdo. Como lo sucedido en la ciudad de Oberá con un mamógrafo.

En 2011 el hospital Samic de Oberá recibió un mamógrafo, un aparato que permite explorar la glándula mamaria y diagnosticar como van las cosas por allí a través de imágenes por rayos x. La inauguración contó con la presencia de la entonces vicegobernadora Sandra Giménez (hoy senadora) y del ministro de Salud José Guccione (hoy titular del EPRAC). Había que mostrarlo para las elecciones.

El tiempo pasa, llegó el 2015 y quiénes administran Misiones se les ocurrió que era hora de inaugurar un nuevo hospital Samic. Y, para la puesta en escena, llevaron el mamógrafo del viejo hospital público al nuevo. Para que el nuevo aparezca “equipado” junto a otros aparatos. Eso ocurrió dos días antes de que el entonces gobernador Maurice Closs (hoy diputado nacional) dejara un cargo para asumir en otro. Pero el “nuevo” Samic nunca funcionó más que como una suerte de “mate-bar”. Y el mamógrafo, que tan útil había sido en el “viejo” Samic, quedó en el “nuevo”. De adorno. Como todo el nuevo hospital.

Las mujeres obereñas se ven bombardeadas por oportunas campañas que las alertan sobre la importancia de detectar a tiempo el cáncer de mama para contar con un alto porcentual de cura. Pues bien, ¿qué hace una mujer que vive en Oberá, que no tiene dinero para pagarse una mamografía en el ámbito de lo privado y carece de obra social? En esa situación hay cientos de mujeres. ¿Tiene que ir a Posadas? ¿Por qué? ¿Teniendo un mamógrafo en el área de la salud pública que está inutilizable solo porque a un grupo de impresentables funcionarios no les da ni la cabeza ni el sentido común para trasladar, de una buena vez, el aparato desde el “mate-bar” al único hospital que funciona como tal?

Off the record algún funcionario le comentó a Misionescuatro que el “nuevo” Samic recién funcionará completo en 2019. Para cuando haya que elegir gobernador otra vez.

Algunos médicos, que más que el juramento hipocrático parecen haber hecho el juramento hipócrita, desmienten todo esto en público pero lo aceptan en privado. Son los mismos que, trabajando en el hospital público, emiten órdenes para que las mujeres se hagan placas en un instituto privado de la ciudad.

Hace poco integrantes de la juventud radical de Oberá lo anoticiaron del asunto a Ricardo Welbach, subsecretario de gobierno. Wellbach dijo no saber nada. Y parece que el gobernador (obereño) Hugo Passalacqua, tampoco.
Dos de los tres poderes del estado obereño están presididos por médicos de profesión: el Ejecutivo a cargo de Carlos Fernández y el legislativo a cargo de Ariel Cháves. Ambos saben del tema. Pero no mueven un dedo.

Dentro del grotesco rioplatense está la “farsa”. “La nona”, de Roberto Cossa, es un buen ejemplo de eso. En la farsa los personajes se mueven de un modo caricaturesco.

Un mamógrafo que no se puede aprovechar porque lo pusieron de adorno en un hospital que nunca funcionó y jamás lo llevaron de vuelta al hospital que sí funciona. Así se maneja el gobierno de Misiones. Jugando con la salud de la población. De farsa en farsa. Haciendo que la realidad, parezca una caricatura.

Walter Anestiades[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_facebook type=”button_count”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]

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