Ante la medida dada a conocer, las reacciones del sector productivo fueron diversas, muchos a favor coinciden que de nada sirve una institución que no termina de cumplir sus funciones, y muchos con incertidumbre se manifiestan en contra por temor a que la libre competencia afecte a los pequeños productores, una mayoría importante en la provincia.
Ante la duda y la crisis desde la renovación anunciaron que impulsarán la creación del IMYM (Instituto Misionero de la Yerba Mate) , siempre con el ojo en la lupa y lejos de ser lerdos y perezosos los renovadores buscan acercarse a los pequeños productores y vanagloriarse de ser los “ Salvadores” del sector, el mismo sector que hace años reclama al gobierno provincial el acceso a servicios básicos, caminos en condiciones para trabajar y ayuda para la cadena productiva, con pocas respuestas pese a que cuentan con un representante de su gobierno dentro de la conducción del todavía Instituto Nacional.
Claro está que lejos de achicar el Estado, el misionerismo sigue buscando espacios para acomodar a sus aliados, mientras no hay dinero para cuestiones básicas como el pago a docentes, trabajadores de la salud entre otros, e incluso para el pase a planta de muchos que llevan años trabajando sin relación y hoy ven lejos la posibilidad de un puesto fijo tras congelarse los nombramientos hasta fines del 2024.
A simple vista y en una lectura rápida, se puede decir que el interés no solo pasa por la “empatía” con los productores y asegurar algunos espacios, sino que también se debe saber que el actual INYM se auto- financia con la venta de las estampillas de yerba manejando una importante suma en millones de pesos por mes, una cuestión que hace más jugosa y tentadora la idea de crear una institución similar, pero con manejo provincial.
A.F.
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