Opinión

Lo que la lluvia dejó ver: desidia local y miradas lejanas

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Por Emilia Pecaro

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Lo que la lluvia dejó ver: desidia local y miradas lejanas

Hay quienes creen que el agua limpia y purifica, que hay que dejarla correr, fluir, para que las cosas se acomoden. Es cierto. Pero en Misiones el agua mostró que hace tiempo dejamos de importarle a quienes nos gobiernan.

Nuestra tierra colorada se convirtió en una laguna. Misiones enfrentó nuevamente el caos provocado por las intensas lluvias, que han dejado a su paso calles convertidas en ríos y hogares sumergidos en agua y barro. No es una escena nueva, ya la vimos varias veces, pero el final de la película no cambia. ¿Por qué seguimos tan vulnerables ante estas catástrofes naturales?

La respuesta, aunque compleja, apunta a una negligencia sostenida en el mantenimiento y la expansión de infraestructura crítica. Año tras año, las inundaciones revelan la falta de inversiones en sistemas de drenaje adecuados y en el mantenimiento de los ya existentes. Más allá de la fatalidad meteorológica, es evidente que la prevención de desastres ha sido relegada en la lista de prioridades gubernamentales.

En un giro irónico, mientras Misiones se sumerge bajo el agua,  quienes nos gobiernan parecen dirigir su atención y recursos hacia fuera, específicamente hacia Brasil, donde también han ocurrido inundaciones devastadoras. Si bien la solidaridad internacional es importante, no puede ser que se priorice en detrimento de las urgencias locales. Es claro que necesitamos que dirijan la mirada primero hacia nosotros, los misioneros, hacia quienes esperan que su liderazgo sea la clave para protegerlos y guiarlos en tiempos de crisis.

Este enfoque desbalanceado no solo es cuestionable desde un punto de vista ético, sino también práctico. Mientras destinamos recursos para ayudar en el exterior, dentro de nuestras fronteras las soluciones a problemas crónicos como las inundaciones permanecen en un limbo de planificación y promesas no cumplidas. Los ciudadanos de Misiones necesitamos acciones concretas que aseguren que la tierra que nos vio nacer no se convierta en amenaza constante.

Es hora de que las autoridades reevalúen sus prioridades y enfoquen sus esfuerzos y recursos en fortalecer la infraestructura local. Se necesitan obras hidráulicas que sean capaces de manejar el volumen de agua de las temporadas de lluvia, y un plan de manejo de emergencias que no solo sea reactivo, sino preventivo.

Las inundaciones recurrentes en Misiones son un recordatorio crudo de que la naturaleza no espera. Cada temporada de lluvias que pasa sin que se tomen medidas significativas aumenta el riesgo de que la historia se repita con consecuencias cada vez más graves.

“Empecemos por casa”, dice un dicho popular. Lo mismo le decimos a quienes están al frente de nuestra provincia: empiecen por casa.

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