Durante la conversación con Radio Social Club, Caniza destacó la diversidad entre los jóvenes argentinos y enfatizó que “no hay un joven universal argentino con las mismas características”. Argumentó que las percepciones de la democracia varían ampliamente según factores como la clase social, la ubicación geográfica, el género y otros elementos contextuales.

Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es la tendencia creciente entre grupos jóvenes a mostrarse más permeables a ideologías de extrema derecha o reaccionarias. Caniza advirtió sobre la importancia de estar alerta a estas tendencias y señaló que “es bueno el ejercicio de parar las antenas porque el fascismo siempre está a la vuelta de la esquina”.

El licenciado en sociología también abordó la crisis política en Argentina y su impacto en la percepción de los jóvenes. Señaló que la “grieta” política que caracterizó los últimos años parece haberse agotado.

En cuanto al fenómeno del político libertario Javier Milei, Caniza opinó que logró posicionarse como un agente disruptivo y anti-establishment que trasciende la grieta tradicional. Además, destacó que el electorado de Milei es heterogéneo y que sus votantes no se sienten representados por los enfrentamientos políticos polarizados de los últimos años.

Caniza también abordó la desconfianza en la clase dirigente y la falta de representatividad como factores clave en la pérdida de confianza en la democracia. Sostuvo que algunas demandas fundamentales de la población no fueron resueltas por los gobiernos, lo que contribuyó a la desilusión entre los jóvenes.

A pesar de estas tensiones y preocupaciones, Caniza subrayó que, hasta ahora, las expresiones de descontento se manifestaron principalmente en las redes sociales y de forma anónima, en lugar de en acciones violentas.

Finalmente, el licenciado en sociología no descartó la posibilidad de que Javier Milei pueda ganar en las próximas elecciones, aunque enfatizó que “que gane Milei no es el fin de Argentina”, y comparó la situación con experiencias políticas similares en Brasil y Estados Unidos.