BUENOS AIRES. Argentina superó este lunes el millón de contagios al sumar 1.002.662 personas infectadas y llegó a los 26.716 fallecidos por causa del coronavirus, según informó el Ministerio de Salud. En consecuencia, la cantidad de fallecidos por millón se elevó a 590, por encima de los 585 de Suecia.
Lejos quedaron las críticas de mayo de Alberto Fernández al primer ministro Stefan Löfven por no imponer una cuarentena estricta e ir en busca de la inmunización colectiva. “El tiempo dirá qué modelo funciona mejor”, respondían entonces desde Estocolmo mientras atravesaba el pico de mortalidad en su país.
Según publicó LPO, llegó octubre y ambos mandatarios se disputan el puesto 15 en más muertos por millón de habitantes, detrás Estados Unidos, México, varios países de América Latina, España e Italia. En el caso de Suecia con una curva de mortalidad decreciente, aunque con una segunda oleada de contagios que cuestiona la llamada “inmunidad de rebaño”. De hecho, la cantidad de fallecidos por millón de habitantes lleva semanas estabilizada en un valor muy superior al de sus pares escandinavos.
En el caso de Argentina, con la curva de contagios en ascenso y la de fallecidos con un descenso en los últimos siete días luego de que dieran un salto por los problemas de carga en la provincia de Buenos Aires.
Sin un pronóstico sobre cuándo se alcanzará el máximo de afectados, la cantidad de fallecidos por millón de habitantes sube de a saltos de a diez personas por día. Y se acerca aceleradamente a los de otros países de la región, como México (666), Chile (714), Brasil y Bolivia (724). Pero también a Italia (606 fallecidos por millón de habitantes).
La estrategia china contra el coronavirus
El premio Pulitzer, Thomas Friedman, evaluaba la semana pasada las tres vertientes mundiales de respuesta al virus y la capacidad de adaptación de cada país: “China dijo: ‘Vamos a tomar el sistema de vigilancia que desarrollamos básicamente para controlar al pueblo y vamos a readaptarlo para rastrear y controlar el virus hasta que logremos una vacuna que nos dé inmunidad’ y China lo hizo bastante bien con esta estrategia. Luego hay distintas versiones democráticas de esta estrategia, como Taiwan, Nueva Zelanda, algunas mejores y otras peores’ (…)”, sostuvo.
El sistema sueco para enfrentar la pandemia
“El segundo enfoque fue el de Suecia: ‘Vamos a cerrar nuestras escuelas secundarias y universidades y vamos a dejar que los más pequeños vayan a las escuelas el mayor tiempo que se pueda, vamos a tratar de proteger a los más vulnerables y vamos a dejar que los más jóvenes puedan salir porque este es un virus que lastima poco a muchas personas y que a pocas personas las lastima mucho, así que vamos a proteger a estas personas mayores y que los más jóvenes salgan y desarrollen inmunidad natural’. Todo esto fue muy controversial, pero parece estar funcionando en Suecia. La economía realmente no tuvo tantos problemas”, aseguró Friedman.
Con una caída del 8,6% de su PBI en el segundo trimestre, Suecia estuvo muy por debajo de la performance de la media escandinava. Pero mejor que la media europea. Y lejos del derrumbe del 19,1% del PBI que anotó la economía argentina en igual período.
Lo que hizo EEUU y lo que podría pasar en Argentina
En cambio, sobre la tercera estrategia fue la de Estados Unidos: “Nosotros dijimos que íbamos a hacer como China, actuamos como si quisiéramos ser Suecia. Preparados para ninguna de las dos, decimos que somos superiores a ambos. Esta es básicamente la estrategia de Trump. Tuvimos una cuarentena al azar, abrimos las puertas al azar y como resultado ahora tenemos un regreso del virus más potente y más fuerte que antes. No sé dónde encaja la Argentina en estas tres estrategias. Pero lo único que puedo decir es que, si no van a coordinarse y no están respetando al virus y siguiendo una estrategia adaptativa sobre cimientos biológicos, químicos y físicos y no políticos, la madre naturaleza los va a lastimar”, concluyó.
Por lo pronto, la estrategia argentina mostró que logró detener en una primera etapa las muertes con una cuarentena estricta y prolongada. Sin embargo, no pudo evitar ni el desplome económico ni la convergencia en los contagios y la letalidad de los países de la región. Y tampoco pudo conseguir logros epidemiológicos respecto de Suecia, que optó por la estrategia opuesta.