El foco de su preocupación es un arroyo que atraviesa el barrio y desemboca detrás del Baliña. A pesar de las promesas de mejoras en el sistema de desagüe, Torres señaló que hasta ahora, las acciones se limitaron a limpiar las canaletas, sin abordar las necesidades estructurales.

“Los días de lluvias tenemos que salir en canoa porque no hay otra forma de moverse”, lamentó Torres, subrayando la magnitud del problema. El agua estancada en la zona ha causado inundaciones recurrentes y ha obligado a los residentes, incluido Torres, a rellenar sus propiedades para evitar que entren las aguas.

La inundación no discrimina, y Torres destacó que todas las familias en el área están afectadas por esta situación. Además, señaló que el problema de las inundaciones genera gastos adicionales, como la necesidad de repelentes contra mosquitos e insectos, lo que afecta la calidad de vida de los habitantes.