Piñeiro señaló que, en las últimas semanas, la zona tabacalera experimentó un aumento considerable en las precipitaciones, superando la media histórica. Estas condiciones climáticas adversas generaron complicaciones en todas las etapas del proceso, desde la siembra hasta la cosecha.

“El desarrollo normal de la planta es de 70 días de despunte y un mes más de madurez”, explicó. Sin embargo, las lluvias prolongadas provocaron que el producto no alcance la madurez adecuada en el tiempo previsto, lo que afecta tanto la calidad como la cantidad de la cosecha. Además, la humedad resultante propició la proliferación de insectos y hongos, generando preocupaciones adicionales para los productores.

En cuanto a la situación económica, Piñeiro mencionó que, a pesar de las dificultades climáticas, el precio del tabaco se ha mantenido en línea con la inflación. En la última campaña, el kilo de hoja se cerró a 500 pesos, con un aumento del 147%. Sin embargo, el productor advirtió que la discusión de precios para la próxima zafra, que comienza en enero, se ve influenciada por factores como la inflación, el dólar y los costos de producción.

El entrevistado también compartió preocupaciones sobre la recaudación del impuesto proveniente de la venta del cigarrillo nacional. En los últimos años, esta fuente de ingresos disminuyó, y se espera que la inflación del 2023 afecte aún más los recursos destinados a las provincias. Piñeiro indicó que muchos productores se diversificaron hacia otras actividades, como la ganadería y la producción de yerba mate, para contrarrestar la pérdida en la producción de tabaco.

Además, Piñeiro abordó la cuestión de las retenciones, señalando la importancia de eliminar el 12% de retención sobre cada dólar exportado para impulsar la competitividad del sector en el mercado internacional.