Mauro Ramírez, un joven soldado chaqueño de 22 años, falleció el 26 de junio de 2003 en circunstancias que su madre, Susana Pintos, insiste en llamar “fusilamiento”. El incidente ocurrió dentro del Regimiento de Monte 30 de Apóstoles, donde Ramírez prestaba servicio como soldado voluntario.

Este año, se cumplen 21 años desde aquel fatídico día, y la familia de Mauro continúa buscando respuestas y clamando por justicia. Según relata Pintos, el joven había planeado su futuro con anticipación: había visitado su hogar en Chaco y estaba comprometido con Noelia. Regresó a Apóstoles el 9 de junio después de una breve estadía en su provincia natal.

El clima en la base militar, sin embargo, no era el mejor para Mauro. Según sus palabras, enfrentaba constantes hostigamientos por parte de sus superiores, quienes parecían tenerlo como blanco de críticas y de tareas excesivas. A pesar de la presión, Mauro estaba decidido a seguir adelante con su carrera militar y sus estudios.

El 26 de junio, Susana recibió la devastadora noticia de la muerte de su hijo a través de la policía, no del Ejército. Las autoridades militares intentaron convencerla de que Mauro se había suicidado, pero ella se negó a creerlo. La investigación oficial archivó el caso como un suicidio, a pesar de las sospechas y las pruebas perdidas que señalaban lo contrario.

Cada año, en conmemoración del trágico evento, la familia se reúne frente al juzgado federal de Posadas para exigir justicia y recordar a Mauro. Este año no será diferente, y Pintos y sus allegados planean realizar un pequeño acto y dejar una ofrenda floral en memoria de su hijo.