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Ramón Escobar cuenta la frustración de buscar justicia en un feudo

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Fue pionero en protestar públicamente por la falta de agua en una ciudad como Oberá y denunciar ante la justicia al exalcalde renovador Ewaldo Rindfleisch. Como consecuencia, le cerraron las puertas y no consigue trabajo en su ciudad.

Ramón Escobar cuenta la frustración de buscar justicia en un feudo

[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”97677″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]OBERÁ. (Escribe Walter Anestiades) El nombre de Ramón Escobar trascendió a partir de ejercer su condición de ciudadano. Fue pionero en protestar públicamente por la falta de agua en una ciudad como Oberá, atravesada por una reserva mundial de agua dulce como el acuífero Guaraní.  Una ciudad en la que la falta de agua se explica por la desidia y la corrupción. También fue precursor en denunciar ante la justicia al exalcalde renovador Ewaldo Rindfleisch. En declaraciones a MisionesCuatro contó que la causa, que cambió de juez a jueza, sigue durmiendo  un sueño profundo. Y señaló que, por denunciar a un “hombre del palo de Rovira y Passalacqua”,  le cerraron las puertas y no consigue trabajo en su ciudad.

Escobar denunció ante la justicia a Rindfleisch y su séquito por el presunto desvío de fondos para obras públicas. Hace años, cuando la televisión nacional aún no había puesto el foco sobre el tema, mostraba papeles que certificaban la llegada de fondos del estado nacional para hacer obras que no se hacían y en esos papeles aparecía la firma de un tal José López. El mismo de los bolsos.

MisionesCuatro ha publicado la cantidad y calidad de documentos que permiten constatar  que el estado nacional mandó dinero al estado provincial, que de ahí se enviaron a Oberá y que desde el municipio se licitaron obras entregando parte del dinero pero que esas obras no están hechas. Cuestión verificable a simple vista. Basta con querer ver.

La causa estaba en manos del juez Horacio Alarcón. A quién Escobar rebautizó como “tortugo”, en alusión a otro juez-Casanello-apodado así en la televisión nacional, dado el parsimonioso “avance” de la causa. Causa en la que prestaron declaración un par de empresarios que manifestaron haber realizado parte de las obras y en la que el propio Rindfleisch “pasó” por el juzgado con su abogado para “anoticiarse” de la acusación.  Hace poco Alarcón se inhibió.  Y la causa está ahora en manos de la jueza Alba Kunzmann de Gauchat.  “Hablé con la señora jueza, me dijo que podía ir cuando quisiera. Pero que no había podido ver el expediente en los dos meses que hace que le llegó porque están abarrotados de trabajo. La realidad es que los jueces no tienen la valentía de cumplir con su trabajo cuando están de por medio protegidos políticos de Rovira, como es el caso de Rindfleisch”, sentenció Escobar.

Pero la frustración de Escobar no acaba en una sed de justicia que no puede saciar. Se extiende al plano de lo laboral. “Soy gasista con matrícula nacional, que en Oberá debemos ser dos. Pero cuando presento mi currículum para buscar trabajo haciendo lo que sé hacer o para dar cursos de formación profesional, dado que en Oberá se dan cursos de todo y por todos lados, me ningunean. Me pasó en la municipalidad, en la CELO, en la oficina de empleo, en la Facultad de Ingeniería. Pareciera que, como denuncié a Rindfleisch, soy mancha venenosa”.

Ramón Escobar  nos cuenta que presentó ante la justicia con documentos públicos que revelan como a su ciudad llegaron dineros del erario público para hacer obras y hoy no están ni el dinero ni las obras.  Que gastó tiempo y plata de su bolsillo buscando pruebas y el expediente permanece estático.  Que la sociedad lo dejó solo como si lo que denuncia lo afectara solamente a él y cuenta que, encima,  a la hora de buscar empleo le cierran las puertas.

En paralelo el denunciado, Ewaldo Rindfleisch, dejó una ciudad sin agua, sin luz, sin obras y endeudada, así reconocido por su sucesor en el cargo, un renovador como él. Luego de que su delfín perdiera los comicios en 2015, Passalacqua-también obereño-lo premió con un cargo provincial y “ubicó” a su esposa, a su hermano y a sus exfuncionarios  comunales de confianza en otros puestos estatales.

Transitaba el siglo XVII cuando el genial Francisco de Quevedo  advirtió que “Donde no hay justicia, es peligroso tener razón”.

Escobar busca justicia en un feudo. ¿La encontrará?[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]

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