Opinión

Lecciones cívicas para cobardes, vasallos, acomodados, opositores tibios y brutos

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No fue cualquier 9 de Julio. Hubo mucha gente que, en varias partes del país, salió a protestar por un montón de situaciones que lo ameritan de un modo irrefutable y que cualquiera conoce bien.

Lecciones cívicas para cobardes, vasallos, acomodados, opositores tibios y brutos

El Poder podrá llamarlos como prefiera: oligarcas, cipayos, globoludos, anticuarentenas, o cualquier otro término del guión. Pero les guste o no, las personas que salieron a la calle a protestar en el Día de nuestra Independencia también son el Pueblo.

     Ante la ausencia de dirigentes que se decidan a tomar ácido fólico, millones de argentinos decidieron autotutelar su bronca. Será insensato no entender que las protestas contra estos personajes que suponen a la Argentina como un antiguo Egipto en el que ellos son los faraones, excede largamente a Macri y a Juntos por el Cambio.

     Estamos en medio de una pandemia que algunos  intentan aprovechar para socavar las libertades individuales con esa psicopateada de que la libertad es poca cosa cuando se trata de defender la vida. Oh casualidad, quiénes postulan eso son los mismos que siempre creen que las libertades individuales son poca cosa. El proyecto de poder en marcha, que como sus antecesores tampoco tiene nada de gestión, busca impunidad y revancha. Y en esa búsqueda, intenta pasarle por arriba al que se oponga. Como si la realidad no existiera y todos los argentinos nos comiéramos siempre los amagues.

    Los kirchneristas, ya que no hacen nada de la justicia social que convirtió a Perón en Perón, podrían al menos leerlo. “Se puede decir una mentira. Pero no se puede hacer una mentira”, decía el general.

     Lo de este 9 de julio, en medio de tantas mentiras ideadas para minimizarlo, fue una lección cívica fenomenal para varios:

para los pusilánimes, que nunca mueven un dedo por defender sus derechos y por eso se enojan con los ciudadanos que sí lo hacen. Porque eso les recuerda que ellos son unos cobardes

para los vasallos de los distritos feudales. Donde no saben valorar la libertad y por eso creen en los “buenos amos”, al decir del sabio Cicerón

para los acomodados de la política, que progresan en la vida por no tenerle asco al olor a culo de los poderosos

para los opositores que han hecho de la tibieza su modo de subsistir. Para que salgan de esa comodidad que no representa a nadie y abran la boca para algo más que bostezar, comer y tomar

para los brutos, cuya pereza mental ya ni les permite leer un simple artículo y se enganchan con los mensajitos porque son más cortitos y hablan del modo barato y berreta que sí entienden

     Sean más o sean menos, en la Argentina la ciudadanía sigue existiendo. La integran personas de todas las ideologías que valoran su libertad y quieren progresar por mérito propio, sin obediencias debidas a los capangas de la política. Que quieren laburar y no limosnas del estado.

     “La mayoría de la gente no quiere la libertad realmente, porque la libertad implica responsabilidad. Y esa gente le tiene miedo a la responsabilidad”, describió Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis.

     No cualquiera tiene lo necesario para ser un ciudadano que defiende sus derechos contra viento y marea.

      Como los que salieron este 9 de julio. Como los que lograron nuestra independencia. Como los que fundaron Oberá e hicieron Misiones. Como nuestros padres y nuestros abuelos que forjaron cada rincón de nuestra Argentina.

    Hay que tener pelotas…

Walter Anestiades

(foto de Juan Obregón, de editorial Perfil)

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