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La historia de las tejedoras del G20

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Con una técnica artesanal y una tradición de tres siglos, confeccionaron los regalos oficiales que recibirán los líderes mundiales.

La historia de las tejedoras del G20

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Con una técnica artesanal y una tradición de tres siglos, confeccionaron los regalos oficiales que recibirán los líderes mundiales.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”212335″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Se trata de 40 chalinas de alpaca hechas por las integrantes de la Asociación de Hilanderas y Tejedoras de Vicuña de Belén, que agasajarán a las autoridades de los países participantes de la cumbre de Buenos Aires.

“El pedido vino del Ministerio de Desarrollo Social, porque estamos incluidas en el programa Emprendedores de Nuestra Tierra”, comenta Juana Morena, de 66 años, presidenta de la Asociación de Hilanderas y Tejedoras de Vicuña de Belén, que reúne a todas las artesanas de la región.

Asegura que “es maravilloso imaginar que los presidentes de distintos países van a tener en sus hombros una chalina de Belén”. Significa una forma de representar a Catamarca y una posibilidad única de visibilizar las artesanías.

Juana se ocupó personalmente de la terminación de todas las chalinas de alpaca. Utilizan una técnica ancestral llamada rapacejo, que consiste en la elaboración de nudos para hacer figuras de animales.

El hilo de alpaca (y también la lana de oveja, llama y vicuña) se trabajan en la zona desde hace más de 300 años. Las mujeres aprenden desde muy pequeñas a ovillar, urdir, enlizar y armar la trama de los tejidos con los que llevan adelante las economías familiares.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”212336″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]“El tejido de alpaca siempre se hizo en Belén. Es todo a mano, con la misma técnica de hace ciento de años. El telar en sí es el nido familiar de todos, tiene un valor sentimental muy grande para nosotros”, señala Juana.

En general heredan de sus madres y abuelas el telar, que cuidan especialmente. Lo más importante es que la técnica de tejido e hilado se transmite de generación en generación y no se pierde.

“Primero tiene que aprender a ovillarlo al hilo, después a preparar la trama, urdirlo, aprender a enlisar que es lo más difícil y seguir tejiendo bien parejo”, detalla Andrea Morales. Tiene 76 años y logró criar a sus 10 hijos tejiendo. Hoy, con 70 nietos y 40 bisnietos, explica que su vida es su telar y su tejido. Ama el oficio, inclusive trabaja por las noches. Se crió hilando y tejiendo y seguirá junto a su telar hasta el final de su camino.

Para Andrea es muy importante que las chalinas lleguen al G20, es decir que salgan de Belén y se conozcan en todo el mundo.

Teodora Vapura, de 66 años, es analfabeta y por muchos años trabajó tejiendo para otras personas. Desde que participa en la Asociación de tejedoras trabaja en forma independiente y ha logrado premios por sus ponchos de vicuña.

“Ese telar es herencia de mi madre”, señala Teodora. “Ella hilaba y yo la veía que hilaba y nos poníamos a la par de ella. Yo no veo la hora de sacar esa prenda y poner otra, así que para mí es una alegría el telar”, cuenta.

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