Opinión

En busca del efecto placebo

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Columna de opinión por el periodista Walter Anestiades.

En busca del efecto placebo

“La esperanza es un buen desayuno. Pero una mala cena”, dijo el filósofo Francis Bacon y sintetizó, sin saberlo y cuatro siglos antes, el tipo de política que durante casi dos décadas viene practicando este partido provincial que es la renovación. Carlos Rovira y sus lacayos acostumbraron a despertar a los misioneros con un suculento “desayuno” (servido por el periodismo que bancan con la pauta). Pero los mandan a dormir casi “sin comer”.

Un placebo puede ser no solo una pastilla o una terapia. También puede serlo la esperanza. El efecto placebo, generado por la sugestión de la propaganda oficial, que apabulla noche y día, puede inducir a que la sociedad misionera se sienta mejor, solo porque crean que ciertas medidas tomadas, aunque inertes, los hacen estar mejor. Si los muchachos misioneristas reemplazaran su proyecto de poder por un proyecto de provincia, la vida de todos sería mejor sin necesidad de placebos. Pero eso no va a suceder.

Hace un par de semanas que el aparato de propaganda le viene contando a la gente que un día el diputado provincial Carlos Rovira y el gobernador Oscar Herrera Ahuad  se juntaron a tomar unos mates, quizás cebados por el diputado provincial Hugo Passalacqua.

Y que, en determinado momento, de la elevada estatura intelectual de los presentes surgió la idea: “tenemos que hacer una zona aduanera especial para Misiones”. “Aleluya”, gritaron todos. Ahora sí, después de diecisiete años de gobierno, la renovación por fin había encontrado la idea superadora que llevará a la justa distribución de la riqueza e, incluso, a “generar los dólares que necesita el país”. Impresionante.

Después el presidente Alberto Fernández vino a Misiones y dio el inmediato “ok” para que el proyecto se ponga en marcha. Junto al ministro Ginés (el exitoso sanitarista que contribuyó a que seamos de los países que están bien arriba en las estadísticas de los más afectados por la pandemia), se embarcó para la Capital Federal y le pasó la pelota a Sergio Massa, el titular de la Cámara Baja. Así, en el tratamiento del Presupuesto 2021 se aprobó un artículo para la creación del régimen aduanero especial de frontera. Que ahora tratará el senado. Donde manda Cristina.

De inmediato la mayoría de los mass-media se movieron a pura hipérbole. Palabras como “histórico” encabezaron los títulos para “informar” sobre el Polo Aduanero.

Incluso hubo algún medio que expuso como figuras antagónicas a dos legisladores nacionales. Por un lado, el radical Luis Pastori, a quién describieron como si fuera un “antimisionero” porque osó analizar críticamente el proyecto de la aduana libre. Debe ser que después de tres lustros de cubrir las sesiones del parlamento provincial, en dónde la actividad se limita a poner el culo en la banca una vez a la semana de mayo a octubre y a levantar la mano cuando el amo lo ordena, muchos pensarán que la labor legislativa se trata de eso.

Hay que explicarles que no. Por el otro lado presentaron al experonista Diego Sartori, devenido en la reencarnación de Andres Guacurarí, como el prototipo de diputado que necesita Misiones porque apoyó el proyecto con puntos y comas. De nuevo con eso de que si no se abraza cada pretensión del gobierno renovador se está “en contra de Misiones”.  Los renovadores son misioneros y el resto son anti, dicen algunos. Esa canallada la aprendieron bien de los K, que insisten con que ellos son argentinos y el resto canadienses, belgas y vietnamitas.

Mientras los misioneros se desayunan con la esperanza de la aduana libre que permitirá “la radicación de empresas que darán empleo a mucha gente”, la realidad (enemiga del placebo) es que para cubrir la canasta básica alimentaria cada familia tipo de la provincia necesita ganar unos cincuenta mil pesos mensuales. ¿Cuántas familias ganan eso por acá? De la obvia respuesta deriva que muchos se acuesten con una mala cena y que, en este caso, no sea una metáfora literaria.

Puede que el año que viene kirchneristas y renovadores vuelvan a unirse (es que se parecen tanto) y lo de la aduana sea el placebo que induzca el optimismo general para que los electores sigan metiendo la boleta oficialista en la urna.

También podría suceder, aunque es más improbable, que la masa crítica existente empiece a tomar una pastilla de ácido fólico todos los días para tener más sangre, y entonces empiece a salir de la comodidad de las redes sociales para militar la resistencia al feudo con la voz, la cara y el cuerpo.

Ojalá este asunto del Polo Aduanero contribuya a combatir los alarmantes índices de pobreza y desocupación que Misiones también tiene. Pero, ¿qué tal si se espera a que sea la implementación y no la teoría la que nos haga aplaudir ciertas ideas?

Por ahora los muchachos del poder buscan que la esperanza mejore ese humor social que no puede ser mejorado por los miserables sueldos que se pagan en la economía misionera.

“Quiero saber si todo se olvida, para volver a empezar”, canta Julio Iglesias en su versión de “Begin the beguine”, de Cole Porter.

Quiero saber si la sociedad olvidará todos los cuentos contados.

Para volver a empezar…

por Walter Anestiades para www.misionescuatro.com

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