[vc_row][vc_column][vc_column_text]El equipo nacional, que no pudo pasar de fase como uno de los mejores terceros. El empate entre Estados Unidos y Arabia Saudita dejó sin opciones a la selección de Claudio Úbeda.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”107739″ img_size=”full” add_caption=”yes” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
La Selección Argentina Sub 20 fue eliminada en primera ronda del Mundial de la categoría que se disputa en Corea como consecuencia del empate que esta mañana ocurrió entre Estados Unidos y Arabia Saudita.
El equipo de Claudio Úbeda había acumulado dos derrotas y un triunfo (0-3 vs Inglaterra, 1-2 vs Corea y 5 a 0 a Guinea) en su paso por la primera rueda, con lo cual dependía de resultados ajenos para avanzar a octavos. Ayer había contado con un golpe de suerte tras la victoria de Honduras ante Vietnam pero hoy necesitaba que Estados Unidos ganara su partido ante los saudíes pero fue 1 a 1 con tantos de Brooks Lennon para los americanos a los 32 del primer tiempo, mientras que Abdulelah Al Amri estableció la definitiva igualdad.
A partir de entonces no se clasificó en dos ediciones (2009 y 2013), en 2011 se fue en cuartos de final y en 2015 también finalizó su participación en primera ronda.
Habrá que hacer una autocrítica tan profunda que, de ocurrir esto honestamente, mucho tendrá que cambiar en la formación de juveniles del país.
LA TRASTIENDA
El desaliento y la bronca contenida envolvieron a toda la delegación. La goleada 5-0 sobre Guinea, en la jornada de cierre del Grupo A, alimentó una esperanza. Un puntaje flojo, tres puntos en tres partidos, pero una diferencia de goles que invitaba a soñar abrían el crédito. Las 48 horas que transcurrieron desde la victoria frente a los africanos y la eliminación fueron vividas con intensidad. En la isla, el grupo se siguió entrenando, se mantuvo expectante. La historia se repetía, aunque en una escala mayor: 90 minutos se debió esperar en Quito para saber si el boleto a la Copa del Mundo era una realidad. Fue el tiempo en que desde un palco del segundo piso del estadio Atahualpa, el grupo observó el empate sin goles entre Colombia y Brasil que la hizo apoderarse de la cuarta y última plaza que entregaba el campeonato Sudamericano.
Repartidos entre el salón que se utiliza como comedor, en una pantalla y mediante un proyector, un grupo de jugadores observó el juego que se desarrolló en Daejeon, entre estadounidenses y árabes. Otros, prefirieron encerrarse en sus habitaciones. Alguna ronda de mate, la fórmula para apaciguar el nerviosismo. El gol de Lennon, a falta de cinco minutos para la finalización del primer tiempo, generó un estallido; la segunda tarjeta amarilla con la que el árbitro peruano Diego Haro castigó a Carter-Vickers, en una de las últimas acciones de la etapa inicial, promovió gestos de incredulidad, ya que no existió falta. Y los fantasmas empezaron a sobrevolar a todos, porque desde anoche que en el Lobbe hotel las delegaciones de la Argentina y Alemania temían, después de lo que había sucedido entre Italia y Japón, un pacto de no agresión entre los Estados Unidos y Arabia Saudita. La selección necesitaba del triunfo del conjunto que comanda Tab Ramos; los germanos, que no igualaran 2-2, resultado que los dejaba fuera de carrera si Vietnam superaba a Honduras.
El juego no ofrecía demasiadas emociones, pero Arabia Saudita había avisado en dos oportunidades. “Da mucha bronca, impotencia. Teníamos equipo para mucho más. Cometimos errores que pagamos muy caro”, dijo Jorge Miadosqui, secretario de selecciones nacionales, mientras los empleados administrativos apuraban cómo diseñar la salida de la isla. La aventura de la Argentina por la Copa del Mundo de Corea tocaba su fin. Las falencias propias en los partidos con Inglaterra y Corea del Sur, en Jeonju, donde la ineficacia y escasa contundencia se mezclaron con las desatenciones defensivas, empujaron a la rápida despedida. La goleada con Guinea hizo pensar que un nuevo milagro era posible, porque había un amplio abanico y combinaciones de resultados que la llevaban a la próxima instancia. Esta vez, no alcanzó. La cadena de favores se cortó en Quito y el ciclo Úbeda se cerró con la vara baja. (INFOBAE y LA NACIÓN)
vb
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