Cultura y Espectáculos

“Es tan simple ser feliz con poco”

cargando anuncio

Boom Boom Kid presenta su colección para la temporada 2017: cuatro discos dedicados cada uno a una estación distinta del año, de los cuales ya lanzó dos. Eso no es todo para el ex Fun People, que acaba de sacar el soundtrack de una película de terror de los 70, está filmando un documental y empezó a grabar un sexto álbum solista.

“Es tan simple ser feliz con poco”

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Boom Boom Kid presenta su colección para la temporada 2017: un póquer de discos dedicados (y grabados y editados) cada uno a una estación distinta del año, de los cuales ya lanzó los de otoño e invierno. Y eso no es todo para el ex Fun People, que también acaba de sacar el soundtrack de una película de terror de los setenta, está filmando un documental y empezó a grabar un sexto álbum, esta vez solo con su guitarra.[/vc_column_text][vc_single_image image=”131968″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]El lanzamiento de Frisbee, allá por 2009, se sentía como un ovni. Boom Boom Kid jugaba con todo formato posible con la edición de un disco de ¡35 canciones! en las que, mientras correteaba por casi todo género al alcance de la mano, bajo y guitarra jamás sonaban en simultáneo. Y esa no era la rareza más grande: el disco venía encastrado en un frisbee real que hacía las veces de caja. Ocho años después, Boom Boom Kid vuelve al estudio con un proyecto todavía más delirante: un disco grabado y editado en cada una de las estaciones del año en los que se permite, una vez más, jugar con el formato de la grabación y de las canciones. A la reciente edición de El disco de otoño y El disco de invierno, se sumó el lanzamiento del soundtrack de Drácula en Campana, 1972, película amateur de terror con un título más que elocuente. Y, como si fuera poco, hay un documental en camino sobre el film en cuestión y empezó la grabación de un disco acústico que no forma parte de “Las cuatro estaciones de Boom Boom Kid”.[/vc_column_text][vc_single_image image=”131970″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]ENTREVISTA> Pasó mucho tiempo desde la última vez que grabaste canciones nuevas…

Hacía ocho años que no sacaba un disco, desde Frisbee… Una locura. No me di cuenta, me la pasé tocando, saqué simples, el Libro absurdo, otras cosas que tenía grabadas, pero no me metía en un estudio a grabar como en los primeros discos. Una mañana estaba meditando, siempre me pongo música clásica temprano para activar la glándula pineal, y estaba escuchando Las cuatro estaciones de Vivaldi. Me dieron ganas de grabar, así que pensé en hacer las cuatro estaciones de Boom Boom Kid. Les avisé a los chicos de la banda y nos juntamos a ensayar. No ensayamos para tocar, así que tuvimos que rearmar una sala en González Catán y empezamos a armar las canciones. Me dieron ganas de presentar las estaciones como se hace con la ropa: otoño, invierno, primavera, verano. La idea es que cada disco se grabe y salga en esa misma estación. Es todo medio caprichoso. Es un momento en el que necesitaba decir muchas cosas porque si me las guardo, termino explotando. Estuve ocho años sin grabar porque entendía que todo lo que tenía que decir ya lo había grabado. Ya tengo más de cuatrocientas canciones compuestas. Mis canciones hablan de más amor y más paz. Necesito más oxígeno, quiero ser libre. En un momento tenía más para decir y después me pintó más el viaje y salir mucho a tocar. De repente me encontré que tenía un montón de cosas escritas y muchas ideas dando vuelta. Agarré todo y lo fui armando. Tenía también cosas muy frescas que me estaban pasando ahora y, más que querer compartirlas, quería sacarlas de mí. Cuando uno termina un disco, termina exorcizado. Y eso me sacó a la calle.

¿Cómo te sentiste de vuelta en un estudio? ¿Te costó componer después de tanto tiempo?

Tengo escritas algunas canciones, pero muchas las hago directo en la sala. Capaz que Chelo, el baterista, justo está tocando algo y le pido que siga con ese ritmo y salgo con una melodía vocal encima y ya armamos una canción. La idea es hacer quince canciones por disco. Siempre grabamos un par de temas más, pero vamos a editar quince canciones y, tal vez, el día de mañana hagamos algo con el resto. El disco de otoño salió en CD, vinilo y digital y ya estoy presentando El disco de invierno. La idea es que sean todos bien distintos, aunque estoy grabando todos con Marcelo Belén, que fue el baterista de El Lado Salvaje, tocó con Los Visitantes también y trabajó con Álvaro Villagra en el primer estudio del Abasto. Lo conocí cuando Fun People tocó por primera vez en Prix D’Ami. Recién había salido Anesthesia y se me acercó para decirme que le encantaría grabarnos. Y una madrugada tenía unas horas libres, y ahí grabamos Desarme, que era un single con versiones. Desde ahí nos graba siempre o al menos se ocupa de las baterías. Estuvo en todos los discos de Boom Boom Kid. Hace poco me dijo que estaba trabajando en DDR, el estudio en Adrogué de Bárbara Zampini, la viuda de Dee Dee Ramone. Es músico, ama la música y eso se nota. Te deja ser y te acompaña en la locura, así que es un buen cumpa para este delirio que se me pasó por la cabeza. Antes de las elecciones presidenciales quería sacar un single. Tenía ganas de decir algo y grabé El destino de los malditos que tenía el tema “Gato encerrado”, que es la canción que necesitaba sacar. Me gustó mucho cómo quedó el single y le avisé dije que si llegaba a grabar algo más, lo iba a hacer con él.

Muchas de tus canciones tienen referencias políticas, pero no suelen ser tan explícitas y se centran más en algunos conceptos que en la actualidad.

Esa letra es bastante explícita y la tapa del disco también. Y ahora, en El disco de invierno, hay una canción que se llama “A Galtieri”. Hay que hablar de cosas que no se resolvieron, problemas que estamos viviendo como sociedad. No puede ser que si me robo una manzana me corten la mano en un segundo y un tipo que mandó a morir un montón de niños como un enfermo mental… ¿Cuánto tardaron y cómo fue? Yo no puedo quedarme con ese veneno, lo tengo que escupir. Algunas cosas son explícitas y otras no. Cuando hay una urgencia, no me ando con rodeos. Y estamos viviendo tiempos urgentes. Por eso necesitaba sacar cuatro discos. Es ahora o nunca. A mí me extraña que venimos de un período de diez años en el que la música que sonaba en la radio nos hacía creer que vivíamos en un lugar ideal. Las bandas que sonaron nunca plantearon lo que realmente estaba pasando en la calle. Lo que estamos viviendo no empezó hoy. Creo que el problema viene desde que yo nací más o menos.
“Cuando me preguntan qué soy, siempre digo “triple tro”: troglodita, trotamundos y trovador.”[/vc_column_text][vc_column_text]La tapa del primer disco es un gato. ¿Es un dibujo tuyo?

Sí, la tapa de El disco del otoño es un gatito que hice cerca del 2000 con una de mis primeras computadoras portátiles. El color de la tapa es medio amarillenta porque el dibujo me acompaña en los cuartos donde estuve viviendo desde esa época, siempre lo cuelgo en algún lado con una chinche. Cuando pensé cómo quería que fueran las tapas de los discos, supe que quería esa para el primero.

¿Por qué grabaste sin bajo El disco de otoño?

Justo antes de grabar el disco nos quedamos sin bajista, Darío, el Pelado. Después de diecisiete años de tocar conmigo, desde la época de Fun People, pidió tomarse un descanso. Y como estábamos por empezar a grabar, decidí encararlo igual sin bajista. Si no tocaba él, no tocaba nadie, así que fue un poco como Frisbee, en el que, cuando sonaba el bajo, no había guitarras y viceversa. En este caso no había bajo, nada más. Hace poco empecé a hacer surf y me meto al mar con una tabla de aprendiz, así que empecé a visitar a Sr. Flavio, al que lo conozco desde los 90. Él me invitó a andar en surf allá en Chapadmalal, donde vive con la familia y los hijos. Y cuando se enteró de que el Pelado se fue de la banda, me ofreció tocar él. Yo pensé que no era en serio, porque está con mil cosas, pero me dijo que tenía muchas ganas de hacerlo. Empezaron los shows y me dijo que ya se sabía las canciones, así que vino a un ensayo en González Catán y salimos de gira. Y además grabó el bajo de El disco de invierno. El fin de semana pasado también vino a tocar con nosotros. Este año me invitaron Los Cadillacs a tocar en Londres y allá hicimos dos shows con los Cianciarulo como banda, Flavio en bajo y los hijos en guitarra y batería.

¿Cómo trabajaste el sonido?

Cuando encaré el primer disco quería jugar mucho con las revs, quería grabar la batería de una manera bastante primitiva y también meter muchas cosas que uso en vivo, como delays y cositas para hacer ruido que fui comprando a lo largo de los años en los viajes… Todos instrumentos que uso con mucho delay en los recitales y que ahora los empecé a usar directamente en el estudio. Tal vez sea el disco que más sonidos tiene, por más que no tenga bajo. Me gusta mucho el sonido de los discos y cómo están quedando las canciones. La mejor manera de escuchar El disco de otoño es el LP porque durante la mezcla jamás escuchamos cómo sonaba en la computadora, el celular, los auriculares o el CD. Cuando lo escuché en digital sentí dudas, pero cuando lo puse en la bandeja me di cuenta que es tremendo. Me di cuenta que estoy escuchando mucho monoaural y mi búsqueda pasó por ahí. Hicimos quinientos vinilos, los fabricamos todos acá y las tapas las hago yo con serigrafía. Y adentro vienen con regalos que tengo en casa: discos, prendedores o comics. En El disco del invierno la búsqueda del sonido fue por otro lado y sí lo hicimos para escucharse en digital.

Los dos discos terminan con canciones sin bajo ni guitarra.

La última canción de estos cuatro discos va a ser siempre una de bombo y voz, que no necesite de electricidad para tocarla. Me gustaba eso. El primer corte que saqué después de ocho años sin grabar fue “Rosas rotas”, que también es así. Me gusta porque podés seguir tocando aunque se corte la luz. En El disco de otoño hay una canción que se llama “El Sandro de Zárate” que dice “cómo te divertirías si se corta la luz”… Me gusta la posibilidad de tocar sin electricidad y también que el primer corte no tenga guitarras. ¿Todo tiene que tener guitarras o bajo? ¿Todo tiene que ser tan clásico? En Libro absurdo tengo una canción que es un silencio. No tiene por qué ser todo rock. Me gusta la música y me dejo ser. Después es otra cosa si me escuchan y me van a ver o no, pero no es por lo que me metí en esto. Si tenés una banda de rock, la música es para curarte o para expresarte… Si al final del día no sos vos o terminás siendo algo que no querés, no hacés música, es un jingle. Eso no es lo mío.[/vc_column_text][vc_column_text]Más allá del final común, los dos discos son muy distintos. El primero juega más con los formatos y el segundo es más clásico.

El disco de otoño además tiene canciones un poco más largas de lo habitual y uso muchos más pedales de lo que solía. Cuando tocamos en vivo le pido al sonidista que le ponga compresor a la voz y al micrófono porque queremos un sonido de viola tremendo, como cuando era chico y fui a ver a Jesus & Mary Chain. No me gustaba mucho porque escuchaba los discos y me parecía todo muy suave. Un amigo que tocaba en Cadáveres de Niños me invitó y yo dudaba porque no me volvían loco. Me convenció porque me dijo que en vivo eran bestiales. Y cuando llegué era todo al palo, tremendo. Me impactó. Me acuerdo de que un loco me dijo que parecía Neubauten y no sabía qué era eso, hasta que fui a ver algunas películas al San Martín. En vivo trato de jugar un poco con eso, le damos bastante masa al lado más noise. No es un disco así, pero el concepto fue ir para ese lado. El disco de invierno tuvo una grabación más estándar. Tenemos bajo, batería y voz y no usamos más de ocho canales. Quería algo lo más primitivo posible.

En vivo también jugás con los formatos de banda y tocás mucho con distintos proyectos.

Presentamos El disco de otoño y salimos sin avisar que íbamos a tocar el disco entero tal cual salió. Por eso lo hicimos en el Margarita Xirgu, que es un lugar distinto para nosotros. La gente se sorprendió porque salimos a tocar sin bajo sin avisar. Ahora tenemos este formato nuevo, un trío sin bajo que se llama Iniciales BBK y llevamos de gira por todo el país. Tocamos todas las canciones de El disco de otoño, las de Frisbee sin bajo y otras más. La idea de estos cuatro discos es formar una nueva banda con cada uno. O mejor dicho, una sub-banda dentro de la nuestra. Quiero formar combos distintos que permitan tocar en cualquier lado con distintos formatos.
Otra cosa que hiciste siempre fue jugar con las referencias en los nombres y las letras de las canciones para que quien quisiera pudiera profundizar algunos conceptos.
Me interesa compartir cosas que me copan. Como las líneas de Hartmann y Curry, Jools Bonnot o “El Sandro de Zárate”, que es una persona… Es un bailarín callejero muy bonito, que ya debe tener ochenta años. Hace mucho no lo veo, lo estuve buscando y no lo encuentro. La masa se reía de él, pero nunca lo vi llorar. Siempre estuvo muy feliz con el baile y con sus cosas. Le decían que estaba loco, pero hay una canción de los Mutantes que dice que más loco es aquel que le dice loco a otro pero no es feliz. Me parece tan torpe la masa… Esa canción me pega muy fuerte. Es tan simple ser feliz con poco. En esta época que estamos viviendo, no hay tiempo ni para tener una charla o juntarse con amigos. Uno tiene que parar la máquina, si no al final del día qué hiciste… No sabés si estás viviendo para otro o para vos. El mensaje es ese. Siempre quise que no se me escapara el tiempo. Por algo estoy tocando desde el 89. Todavía no pude salir a vender El disco de otoño y ya saqué El disco de invierno, que lo tengo fabricado hasta en vinilo. El primer single fue “Solo eres libre cuando sonríes” y ya está el videoclip de “El cateto sobre la hipotenusa”. Igual están las redes y, cuando lo subís, la gente ya lo escucha. Hace que todo sea más simple y eso me relaja.

“Es tan simple ser feliz con poco.

En esta época que estamos viviendo,

no hay tiempo ni para tener una charla o juntarse con amigos.

Uno tiene que parar la máquina,

si no al final del día qué hiciste…

No sabés si estás viviendo para otro o para vos.

El mensaje es ese.”

¿Cómo tenés pensados los otros dos discos?

El disco de primavera va a ser totalmente diferente, no va a tener nada que ver con los otros dos. El concepto de grabación es no mostrarle nada a la banda, que no sepan cómo son las canciones hasta apretar el botón de grabar en el estudio y componer recién ahí. Tenemos que hacer las quince canciones en cuatro sesiones de ocho horas en DDR. El disco de verano va a salir en mi cumpleaños, el 13 de enero. Hace cinco años ya que toco ese día, aunque antes era en la playa o en las montañas. Si bien está la presión de tener que sacar tal día una canción, por suerte todo se está dando de manera muy natural. Sé que es una locura, pero estoy muy contento con cómo está fluyendo todo.

Acabás de presentar otro disco más que no tiene nada que ver con “las cuatro estaciones”.

Grabé con Martiniano Zurita el soundtrack de una película que saqué de la caja de Pandora y se llama Drácula en Campana, 1972. La filmó en Super8 Titi Ramírez, y no tenía música. Como el director lamentablemente murió, hablé con uno de los actores y me dio el okey para hacer la música. Pensé en Zurita para hacer la banda sonora porque compartimos un sentimiento con el género de terror y él también se copó mucho cuando la vio. Él es muy conocido como DJ de cumbia, pero es muy abierto y entiende todos los géneros. Además era la persona correcta para hacer la música porque, además de ser amante de los soundtracks del cine de terror, controla mucho los sintetizadores y el moog. Yo había grabado cosas con cajas de ritmos como Il Carlo o en Libro absurdo, y también algunas cosas solo con el Hammond en The Many Many Moods… pero nunca un disco entero. Para componer nos pusimos a jugar con la película de fondo. El lado A del disco es el soundtrack de la película y el B son partes que quedaron muy cortitas en la película y las desarrollamos más. Hablo de lados porque lo vamos a editar nada más que en vinilo. Y lo editamos para recaudar fondos para la película ¿Qué clase de joven le abre la puerta a un vampiro?, un documental que también estoy haciendo con Zurita que cuenta qué hubo detrás de esa película, por qué se filmó y quiénes eran. La historia es increíble porque el director, además de hacer una película de vampiros en Campana, era fotógrafo, hacía cafeteras o hot rods y también tenía una banda en los sesenta que se llamaba Las Sombras Rojas. Y eso nada más que el director, porque todos tuvieron caminos muy coloridos y delirantes. Ese sería el quinto disco del año.

¡Ocho años sin grabar y de repente tenés cinco discos y un documental!

También estoy grabando en el estudio de Babasónicos un disco acústico, yo solo con la guitarra. Es el repertorio que hago cuando salgo a tocar solo, nunca grabé un disco así. Hay versiones primitivas de mis canciones, algunas inéditas, y versiones de Daniel Viglietti, Eduardo Mateo y Woody Guthrie, que son las que suelo tocar. Cuando me preguntan qué soy, siempre digo “triple tro”: troglodita, trotamundos y trovador. Va a salir en febrero o marzo, después del de verano. Adrián me dio el ok para ir a grabar ahí con Gustavo Iglesias, el técnico de sonido de ellos. Tengo buena onda con Adrián y Babasónicos es una de las bandas que más respeto. En la época de Fun People toqué una vez sola con Babasónicos, en el show del Nuevo Rock Argentino en Obras. Y me invitaron con Boom Boom Kid una vez a tocar en el Malvinas Argentinas.

¿Cómo estás con Fun People? ¿Te imaginás volviendo?

Por suerte con alguno de los muchachos estamos hablando de vuelta. A Chuli no lo veía hace diecisiete años y nos juntamos este año. Y con el Gato también. No somos amigos, pero por suerte pudimos sanar algunas diferencias y estamos bien. Siempre que volvimos fueron shows no anunciados y todavía toco muchas canciones. El otro día vino el Gato a verme y subió a tocar la batería en un par de temas, pero no hay nada más que eso. Lo que pasó con Fun People es bien de un momento y de una época. Como músico, cuando estás arriba de un escenario tiene que haber una vibra que haga que vaya todo para el mismo lado y eso ya se pasó, no sé… No tengo nada contra las vueltas, cada uno hace lo que puede, pero yo tengo mucho respeto para volver. No volvería a hacer una gira o sacar un disco como Fun People. No sé, capaz tocar alguna vez sorpresa, pero no me pinta. Ahora estoy con las cuatro estaciones en la cabeza, nada más.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]Podés leer la entrevista completa en la web de la Revista Los Inrockuptibles / vm.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Comentarios