Según los especialistas, el propósito del gran montículo, de unos 3.000 años de antigüedad, era advertir a los agresores potenciales, al igual que la estación de combate de hoy en día.

Escondido debajo el musgo y la maleza, los expertos aún no pudieron identificar las dimensiones reales del monumento militar. “El formidable túmulo funerario es mucho más grande de lo que se pensaba. Ahora hemos descubierto los 40 metros de diámetro y todavía no lo hemos destapado hasta el final […] Tenía exactamente la misma función que la base militar actual”, explicó el historiador Daniel Johansen al enfatizar el papel disuasivo de ambas instalaciones.

Las afirmaciones toman en cuenta la ubicación estratégica del túmulo, ubicado en la desembocadura del fiordo de Trondheim, supervisando su entrada y salida. Era claramente visible desde el mar, por lo que cualquier agresor potencial habría pensado antes de proceder con algún ataque, según un arqueólogo local Knut Stomsvik.

Hace unos 3.000 años, Noruega pasaba de la Edad de Piedra a la Edad del Bronce. No existen fuentes escritas de esta época, y quién erigió el montículo aún es un tema de discusión.