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En Argentina se tiran 38 kilos de comida por habitante al año

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Según cifras de la FAO, en el país se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos anualmente. A partir de distintas iniciativas, hay organizaciones que intentan “rescatar” los víveres antes de que se desechen.

En Argentina se tiran 38 kilos de comida por habitante al año

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Según cifras de la FAO, en el país se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos anualmente. A partir de distintas iniciativas, hay organizaciones que intentan “rescatar” los víveres antes de que se desechen.[/vc_column_text][vc_single_image image=”192845″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]

Para algunos expertos se trata de una cuestión cultural, otros lo asocian con la falta de una legislación que simplifique el sistema de donación de alimentos o también apuntan a la falta de políticas públicas que promuevan la concientización. Las cifras son alarmantes: en la Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de comida al año, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Esto representa, según las últimas estimaciones, que se tiran anualmente alrededor de 38 kilos de alimento por habitante.

El dato no es menor si se tiene en cuenta que, según indica el Ministerio de Agroindustria,ese desperdicio representa casi el 13 por ciento de la producción total nacional en un país que se caracteriza por su gran calidad y producción alimentaria y que a la vez tiene índices de pobreza que rondan el 30 por ciento.

[/vc_column_text][vc_single_image image=”192844″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]El caso argentino no está aislado de lo que ocurre en la región. De acuerdo a cifras de la FAO publicadas en 2017, en América Latina se tiran 348.000 toneladas de alimentos por día, lo que representa un desperdicio de 127 millones de toneladas de alimentos al año.

Los expertos apuntan que estas cifras de desperdicio involucran a toda la cadena agroalimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo en hogares.

Además agregan que esto se traduce en un costo económico, social y ambiental muy significativo.

Al rescate de comida

[/vc_column_text][vc_media_grid element_width=”6″ grid_id=”vc_gid:1534628103864-f8e42087-ab0a-9″ include=”192846,192847″][vc_column_text]En la Argentina, de distintos modos y con estrategias diversas, existen organizaciones “rescatistas” de comida que está por desecharse o iniciativas que intentan concientizar a la población para evitar el desperdicio.

Uno de los métodos más extendidos es el de los bancos de alimentos.

“Los bancos contribuyen a reducir el hambre, la malnutrición y el desperdicio de alimentos. Lo hacen rescatando alimentos aptos para el consumo humano antes de que sean desechados, por lo general porque perdieron valor comercial”, le explica a Infobae Natascha Hinsch, directora ejecutiva de la Red de Bancos de Alimentos de la Argentina.

“Nuestra tarea es muy importante, con gente que cada vez lo necesita más”, apunta.

Entre otras misiones, los bancos se encargan de almacenar, clasificar y distribuir distintos tipos de alimentos que reciben como donación por parte de empresas productoras de comida, de supermercados, mercados de frutas y verduras y productores agropecuarios, entre otros.

Desde esa organización destacan que los más de 15 bancos que funcionan en el país luego distribuyen estos productos entre comedores, merenderos y distintas entidades que dan de comer a poblaciones vulnerables.

Según sus estimaciones, entre 2003 y 2017, la red logró rescatar y distribuir 85.790.826 kilos de alimentos entre sus entidades beneficiarias, lo que suma alrededor de 257 millones de platos de comida.

Por lo general se trata de donaciones de productos que perdieron valor comercial por distintos motivos pero que se encuentran en buen estado.

“A veces puede ser porque se trata de un producto que tiene un error de packaging, de una etiqueta que está mal impresa, o que tiene un error en la impresión del peso”, explica Hinsch.

Marisa Giráldez, del Banco de Alimentos de Buenos Aires, una entidad que nació en 2001 y que trabaja entre la Ciudad y el Conurbano, asegura que esa entidad rescatan alimentos “dentro de la fecha de vencimiento y sin que estén alterados” para distribuir entre más de 900 instituciones como merenderos, centros de rehabilitación y comedores comunitarios.

“Llegamos a 120 mil personas y el 75 por ciento de ellos son chicos y adolescentes”, explica a Infobae.

Entre otras precauciones que se deben tomar, los bancos de alimentos están obligados a verificar los envases en el caso de los productos no perecederos, que suelen ser los que más se donan.

“Nosotros estamos verificados por las normas ISO y todos los procesos están certificados. Además seguimos procesos de trazabilidad para ver el circuito que siguen los productos desde que llegan hasta que se reparten en las distintas instituciones”, afirma Giráldez.

Una Ley incompleta

[/vc_column_text][vc_column_text]En los últimos años, los bancos de alimentos están buscando que el Congreso nacional actualice la llamada “Ley Donal”, que desde 2004 regula la donación de alimentos en la Argentina.

El objetivo de la norma es incentivar las donaciones de alimentos para ayudar a satisfacer las necesidades de las poblaciones más vulnerables, con reglamentaciones que estipulan quiénes pueden donar, qué productos, cómo debe hacerse y los derechos y obligaciones de cada parte.

Según explicó la titular de la Red de Bancos de Alimentos, la redacción original de la ley establecía en su artículo 9 que, en caso de haberse entregado los alimentos en buena fe, cumpliendo con las exigencias bromatológicas y de inocuidad del código alimentario argentino, “el donante quedará liberado de responsabilidad por los daños y perjuicios que pudieran producirse” luego de producida la donación.

Sin embargo ese artículo fue vetado el mismo año que se vetó la ley.

“La norma vigente no contempla una disposición que limite la responsabilidad del donante y por ende, hoy en la Argentina, el donante de alimentos no tiene ningún resguardo legal”, señala Hinsch. Esto hace que muchas veces las empresas o los posibles donantes “no se animen o sientan temor” por posibles consecuencias legales, apunta.

Lo que están pidiendo ahora las entidades que reciben donaciones de alimentos es que vuelva a incorporarse el artículo vetado.

“Estamos confiados en que esta vez se pueda tratar, ya que tiene media sanción y pasa al Senado con mínimos cambios”, explicó la titular de la Red.

Tal como informó esta semana a Infobae Mercedes Nimo, Directora Nacional de Alimentos y Bebidas del Ministerio de Agroindustria y quien coordina el programa nacional de reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos, “hoy si las empresas quieren donar alimentos podrían, pero hay un temor legal, si alguien tiene un problema o quiere iniciar una acción legal contra la empresa, ésta es solidariamente responsable ante la situación”.

Por su parte, la representante del Banco de Alimentos de Buenos Aires agrega: “Todavía falta mucho en la Argentina en este rubro. Pero de a poco el tema está entrando en agenda”.

“Se está trabajando en la concientización, pero estas problemáticas requieren siempre de tiempo”, concluye.[/vc_column_text][vc_single_image image=”192848″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]

Otras iniciativas

Además de los bancos de alimentos, en muchos casos lo que se busca, desde las políticas públicas, es la concientización para el cambio de algunas conductas instaladas.

Uno de los ejemplos recientes, en este sentido, es un programa de la provincia de Santa Fe, que desde febrero de este año promueve que no se derrochen los alimentos que sobran en restaurantes, hoteles y bares de distintas localidades de la provincia y que los comensales se lleven a sus casas aquello que no comieron.

Bajo el nombre de Otro plato, la iniciativa es llevada adelante por la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria, junto a otras dependencias, incluida el área de Turismo, con la intención de generar conciencia sobre el consumo responsable de comida.

Para eso, se invita a los distintos municipios de la provincia a adherir al programa, que ofrece a los restaurantes, hoteles y lugares de expendio de comida capacitación a los empleados para que inviten a los clientes a llevarse lo que sobró.

“Mucha gente por vergüenza no acostumbraba a pedir lo que no comió y con este tipo de iniciativas lo que se busca es revertir eso, que se rompa esa barrera”, señala Celeste Nessier, que es licenciada en nutrición y forma parte del área de Capacitación y Epidemiología de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria.

Mediante el reparto de folletos y stickers, además de la inclusión de los locales adheridos en una página web especial, la iniciativa está creciendo en toda la provincia.

“Se trata de abordar este tema desde la sensibilización de una problemática que en muchos lugares ya estaba instalada”, concluye la experta.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]


Infobae / vm.

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