A pesar de las grandes expectativas generadas en torno a esta obra “sin precedentes”, que se anunciaba como la respuesta a los problemas de rentabilidad y concentración en la industria yerbatera, los resultados todavía se hacen desear.

El proyecto, que prometía una revolución en la producción yerbatera al permitir a los pequeños productores envasar su propia yerba mate y acceder al mercado con su marca, parece no concretarse. Aunque se anticipaba que el molino sería el más grande de Argentina y que tendría la capacidad de procesar millones de kilos de yerba canchada al año, hasta el momento no habría producido nada.

Las palabras del entonces gobernador, Oscar Herrera Ahuad –actual presidente de la Cámara de Diputados de la provincia-, celebrando la puesta en funcionamiento del molino como la concreción de los sueños de muchos misioneros del sector, contrastan con la realidad actual. A pesar de millonarios recursos invertidos por el Gobierno y el INYM, la infraestructura no cumplió su promesa de mejorar la rentabilidad para todos los sectores y transparentar los precios, dejando a los pequeños productores en una situación de incertidumbre y decepción.

A un año de su inauguración, el Molino Cooperativo se convirtió en un símbolo de las promesas incumplidas y las expectativas frustradas para el sector yerbatero en Misiones.