La celebración de Pascuas es una simbiosis entre la resurrección cristiana y la festividad de la primavera antes de la era de Cristo. Los símbolos y las historias se destacan por sobre todas las cosas, uno de ellos es la aparición del conejo que pone huevos en cada casa.
Si bien puede haber alguna que otra diferencia respecto a las celebraciones a nivel mundial, el hecho de que el conejo se haya impuesto como mito es un fenómeno del siglo XX y de la comercialización. En el caso del huevo, representa la fertilidad, la perfección, la vida y la resurrección.
Cabe mencionar que, antes de Cristo, el conejo ya era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Asarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril. En los países anglosajones esta diosa se denomina Easter y en su honor se celebraba dicha ocasión.
Ya en el siglo XIX comenzaron a fabricarse los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania, debido a que comenzó a circular entre la población una leyenda que transmitía el relato sobre el origen del conejo de Pascua. El mismo cuenta que uno de estos animales estuvo encerrado en el sepulcro junto a Jesús y presenció su resurrección.
Al haber presenciado el milagro y salir de la cueva junto a él, según la leyenda, fue elegido como el mensajero que debería comunicar y recordar a todos los niños la buena nueva, regalando huevos pintados, que actualmente también son de chocolate y otras golosinas.
La costumbre de esconder los huevos para niños se sigue manteniendo en muchos países. La misma simboliza la persecución de Jesús por parte de Herodes y la intervención de Dios para evitar ser encontrados.