Este viernes se celebró el Año Nuevo Lunar y la entrada en el año del buey o del búfalo. El animal, en el zodíaco chino, simboliza la fuerza, la resiliencia y la vuelta al trabajo. En Pekín, muchos esperaban que esto ayude a olvidar el año de la rata y la pandemia de Covid-19.
El Año Nuevo Lunar chino, también conocido como la Fiesta de la Primavera es la mayor festividad en el país y la tradición de reunirse con la familia conlleva uno de los desplazamientos humanos más masivos del mundo con cientos de millones de personas viajando en el interior de China.
Es el año del buey, simboliza la fuerza y la resiliencia, y con ese espíritu, China celebra el comienzo de un tiempo que les permita superar definitivamente la crisis sanitaria y alcanzar la prosperidad económica que tanto promete en su discursos el gobierno de Pekín.
Sin embargo, esta fiesta será diferente, ya que China aún se está recuperando de los últimos brotes locales por COVID-19 y las medidas antipandémicas se mantienen: como la recomendación del Gobierno de no viajar, a menos que sea imprescindible, la obligatoriedad de realizarse la prueba de COVID-19 antes de trasladarse a otra provincia, además de cuarentena obligatoria en los hoteles designados en aquellas regiones con mayor incidencia.
Muchas personas han decido quedarse en sus ciudades de residencia pero no todos siguen las recomendaciones y por eso hay masivos desplazamientos entre provincias e incluso mucho turismo al sur del país, donde según las autoridades la situación sanitaria está bajo control desde hace meses.
En las tiendas del distrito Yonghegong de Pekín, las melodías budistas se mezclan con los rituales taoístas sin conseguir atraer al comprador. Debido a las restricciones sanitarias, el templo Lama, cercano a las tiendas, está cerrado.
“Niu qi chong tian” (“que la fuerza del buey se eleve hasta el cielo”), lanzan dos apresuradas camareras. “Este año, esperamos que el buey ahuyente la COVID-19”, continúa una de ellas.
Ahuyentar la pandemia, olvidar el horrible año que acaba de pasar, es uno de los deseos que más repite la gente. Detrás de una pequeña puerta de madera, el vidente Zhang Xiaotian augura buenas noticias con la entrada en Xin Chou, el año del buey de oro.
“Este año del buey es un gran año, sólo ocurre cada 60 años”, predice y agrega que “a partir de abril, habrá señales de buen augurio. El año pasado, el de la rata, también fue excepcional, pero en negativo. Ya en 1960, muchas personas habían muerto de hambre en China. Lo mismo con la guerra de hace 120 años”.
Si el año del buey es el año trampolín antes de salir de la crisis sanitaria, también es el año del esfuerzo, del trabajo recuperado. Y los migrantes internos chinos lo saben.
“El año del buey es el año en el que no iré a casa para el chunjié (el Año Nuevo Lunar)”, dice un repartidor que como muchos otros ha preferido renunciar a las vacaciones de primavera por las restricciones de salud. Según la agencia Bloomberg, el 85% de los empleados que están en el sur del país seguirán trabajando en lo que se considera el taller del mundo.
Fuente: RFI-TN