Opinión

Psicopateadas…

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Columna de opinión por el periodista Walter Anestiades.

Psicopateadas…

La palabra “psicopatear” es un argentinismo creado a favor de la difusión de ciertos saberes de la psicología, incorporados al lenguaje popular. La acción consiste en manipular al otro y hacerle sentir culpas que no tiene, y eso también podría ser un argentinismo. De hecho, los gobiernos argentinos acostumbran a manipular. ¿Qué gobiernos? Por ejemplo, éste.

Bastante lidiamos con la paupérrima calidad de vida que tenemos desde hace años para también tener que soportar que nos digan desde el poder que nos dividimos en dos. De un lado, los que apoyan todo lo que dice y hace el gobierno y por eso están a favor de la vida. Y del otro lado, los que se atreven a expresar sus problemas laborales en medio de la pandemia y por eso están a favor de la muerte. Hay que ser todo un canalla para postular semejante barbaridad. Para andar patoteando a la buena gente. Con la mala política.

El poder se ejerce más que se posee”, sintetizó Michel Foucault. Por cierto, a diferencia de otros funcionarios que nunca terminaron de asumir su cargo, políticos como Cristina Kirchner o Carlos Rovira conocen del ejercicio efectivo del poder. Son más enérgicos que los cargos que ocupan. Por eso una puso al presidente y el otro se la pasa cambiando gobernadores.

La decisión del gobierno nacional de decretar una cuarentena obligatoria a partir del pasado 20 de marzo fue oportuna y por eso irreprochable. Incluso se agiganta frente a la irresponsabilidad de líderes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, López Obrador o Boris Johnson, quiénes soslayaron el asunto y sus países ahora pagan con miles de muertos. Y esa cuarentena fue correctamente acompañada por gobiernos provinciales como el de Misiones o comunales como el de Oberá.

Pero…

“Qué me importa lo que dure la cuarentena: Va a durar lo que tenga que durar para que los argentinos estén sanos y no se mueran”, dijo anoche el presidente Alberto Fernández

Pero eso no admite, de ningún modo, que el republicano reconocimiento mute al dócil agradecimiento. Crecer significa aprender a cuidarnos solos y a asumir responsabilidades. A diferencia de los niños, los adultos no precisamos un papá que nos cuide y nos dirija la vida. Tampoco es admisible que nos metan miedo. Y menos que se subestimen las angustias económicas de la clase media porque son de la clase media que no los vota.

Los optimistas del ingreso fijo, ergo los que en determinada fecha del mes tienen su platita depositada por el estado lista para retirar del cajero automático, van a tener que dejar la insensibilidad de lado y comprender que hay miles de argentinos que viven de lo que ellos mismos generan y hace mucho que no están generando nada. La publicidad de la ayuda del estado le viene ganando la carrera a la llegada de la ayuda del estado. De modo tal que se precisa, urgente, que alguno de estos genios de la cosa pública nos enseñe cómo hace una persona para pagar un alquiler, pagar sueldos en blanco, pagar a sus proveedores, pagar los impuestos, el agua y la luz  que siguen llegando, y comer él y su familia. Todo, sin poder trabajar.

Y, vale recordarlo, trabajar es una de las formas más dignas de defender la vida.

Se sabe que un boludo, cuando entra en pánico, es más boludo todavía. No deberían aprovecharse de eso. Un estadista no hace eso. La buena gente no hace eso. Ya bastante nocivo es el modo en que cierta gente trata a los enfermos de coronavirus que son detectados, y el cómo se discrimina a los médicos, a los enfermeros, a los camioneros y a tantas personas que tienen que salir para que los demás se puedan quedar, para que el gobierno ande estimulando ataques de pánico colectivos.

La diagonal entre el cuidado de la salud y el cuidado de la actividad económica es difícil de trazar. Pero la van a tener que trazar.

A quedarse en casa. A usar barbijo. A cumplir con los protocolos de bioseguridad e higiene. Y también a seguir siendo ciudadanos críticos. A exigir justicia para todos, incluso para la vicepresidente. A estar atentos a la sucesión de decisiones tomadas que buscan impunidades intolerables. A repudiar la extorsión de amenazar a las empresas con tomar parte de ellas a cambio de ayuda. Y a trabajar para ganar dinero, respetando los debidos protocolos de salud, sin tener que bancarse que no lo permitan funcionarios que hablan desde la comodidad de su sueldo garantizado.

El historiador romano Tito Livio advertía que “el miedo siempre hace ver las cosas peor de lo que son”. Ahora, frente a semejante peligro, no necesitamos más miedo del que ya se tiene sino de toda nuestra lucidez. Hay quién pretende que la libertad individual es poca cosa cuando se vive una pandemia. Casualmente, son los mismos que siempre pretenden que la libertad individual es poca cosa.

El COVID-19 tiene un alto poder de contagio. Hasta ahora alcanzó a más de cinco millones de personas en el planeta, incluyendo once mil argentinos. Se llevó la vida de miles y miles de seres humanos en el mundo, contando casi quinientos argentinos. No hay dudas. El coronavirus es muy peligroso.

Y que el gobierno nos psicopatee, también.

Por Walter Anestiades para www.misionescuatro.com

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