La rabia paresiante está relacionada con un vector crucial, el murciélago hematófago, conocido popularmente como el vampiro. Estos murciélagos se alimentan de ganado doméstico y, al hacerlo, inoculan la enfermedad mortal, para la cual no existe cura. El virus rábico se encuentra en dispersión dentro de las colonias de estos murciélagos.

Castillo explicó a Radio Social Club de Apóstoles que los murciélagos jóvenes tienen la particularidad de desplazarse entre distintas colonias en un área geográfica de hasta cinco o diez kilómetros. Los brotes de rabia paresiante pueden surgir cuando la población de murciélagos sufre estrés, ya sea debido a la falta de alimento o al aumento de la población.

En relación a los síntomas, el veterinario detalló que la enfermedad hace que los animales herbívoros afectados vayan quedando paralíticos, sin mostrar cambios en su comportamiento y sin desarrollar agresividad. Aunque los herbívoros no contagian la enfermedad a otros animales, las personas que interactúan con animales enfermos, incluyendo veterinarios y propietarios, corren el riesgo de contagio a través de la saliva, especialmente si tienen heridas en las manos.

Castillo enfatizó que una vez que los síntomas aparecen, la enfermedad no tiene cura. La duración del brote dependerá de la cantidad de murciélagos rabiosos que permanezcan en el área.

Sobre la prevención, el veterinario instó a la justificación de la vacunación contra la rabia, destacando su propia experiencia de hace 15 años, cuando se vacunó debido a la necesidad de atender un caso de rabia. Aclaró que esta vacuna no debe tomarse a la ligera y no es comparable con una antitetánica.